El exceso de abono con nitrógeno podría estar relacionado con la celiaquía y la intolerancia al gluten
Los expertos en biología humana todavía son reticentes a dar una única vía para contraer celiaquía. Esta enfermedad, intolerancia o alergia al gluten es cada vez mayor en la población mundial. El gluten es una proteína mayoritaria del trigo, uno de los 3 cereales más consumidos en el mundo. Hay quien achaca este aumento al aumento de las pruebas diagnósticas o al aumento de la población global. Estudios científicos señalan hacia cambios en la flora intestinal, herencia genética, tipo o calidad de dieta, estrés o infecciones víricas. Lo cierto es que cada vez hay más celiacos diagnosticados en el mundo. En Europa alrededor del 15 de la población padece esta afección, aunque hay países con una mayor incidencia como Suecia o Noruega, cerca del 2% y otros con un porcentaje 10 veces menos, como es el caso de Alemania.
Los cambios en la dieta humana de los últimos 50 o 60 años pueden estar detrás de un aumento en las alergias, por ejemplo se sabe que la contaminación ambiental influye a la hora de las alergias contra polen. Lo cierto es que en medio siglo hemos pasado de consumir apenas 4 kg de gluten neto al año hasta más de 5 kg por persona y año. No solo las pastas, los panes y la bollería, sino que el uso de la proteína como aditivo vegetal ha contribuido al aumento de su consumo.
Un estudio reciente (Josep Peñuelas, 2021 en Foods) ha comparado la composición molecular del trigo de la década de 1970 con la actual. Durante todo este tiempo el trigo, como el resto de cultivos, se han ido mejorando para ser más productivos. No solo a nivel técnico sino que el abono, el regadío o la recogida se han mejorado. En este aspecto se ha comprobado que la cantidad de nitrógeno que se emplea en la actualidad para abonar las plantas del trigo es hasta 10 veces mayor que la empleada a mediados del siglo pasado. Este incremento de nitrógeno es directamente proporcional al aumento de las proteínas, puesto que el nitrógeno es el elemento químico fundamental para la formación de los aminoácidos que las componen.
A lo largo del siglo XX, las prácticas agrícolas han evolucionado significativamente con la introducción de fertilizantes sintéticos. Tras la segunda guerra mundial, la revolución verde implementó técnicas que aumentaron drásticamente la productividad agrícola, basándose en parte en el uso extensivo de fertilizantes nitrogenados. Estos avances permitieron alimentar a una población global en expansión, pero también iniciaron una dependencia en el uso de fertilizantes, que no siempre se tradujo en un uso sostenible del suelo.
A nivel mundial y desde principios del siglo XXI el uso de abonos nitrogenados ha aumentado más de un 40%. Quitando el aumento del uso de las tierras de cultivo sigue saliendo un aumento neto. Echamos más abono que antes a las plantas. El exceso de abono en el suelo agrícola es un problema ecológico de sobra conocido que causa la nitrificación del suelo, cambios en el ecosistema microbiano del suelo y las raíces, aumento del nitrógeno de las aguas subterráneas, haciéndolas no potables o la luvia ácida. Pero además parece ser que a esto habrá que añadir el efecto pernicioso en la proporción de proteínas que se generan con él.
El exceso de nitrógeno altera el equilibrio químico del suelo a través de la nitrificación, un proceso que incrementa la acidez del suelo. Este cambio en el pH puede afectar negativamente la capacidad del suelo para retener nutrientes esenciales como el fósforo y el potasio, cruciales para el crecimiento óptimo de las plantas. Como resultado, se pueden necesitar mayores cantidades de fertilizantes para compensar esta deficiencia, perpetuando un ciclo de uso intensivo de insumos agrícolas.
El aumento de nitrógeno como abono ha producido un aumento de los productos de las vías de formación de proteínas del trigo. Aunque el gluten es la proteína mayoritaria, el trigo produce otras proteínas durante la formación del gluten. Una de ellas es la gliadina, cuyo porcentaje en el total de las proteínas del trigo ha aumentado en gran medida. Se calcula que si hemos aumentado alrededor de un kilo de gluten neto en ese tiempo el consumo de gliadina se ha aumentado de manera similar, proponiendo que esta proteína que está presente en el trigo, interviene en la formación del gluten y que también se ha visto aumentada durante estos años podría formar parte de las causas del aumento de la celiaquía.
La gliadina, dentro del gluten, es conocida por inducir reacciones autoinmunes al enlazarse a moléculas en el interior del intestino delgado de las personas afectadas, provocando atrofia de las vellosidades intestinales. Investigaciones recientes sugieren que concentraciones más altas de gliadina pueden exacerbar estos efectos, contribuyendo al incremento de casos diagnosticados de celiaquía y sensibilidades al gluten no celíacas.
En 2025, investigadores demostraron el potencial de las células T reguladoras (eTregs) como una terapia celular para la celiaquía. Desarrollaron eTregs reactivas al gluten que suprimen las respuestas de las células T patogénicas en modelos de ratones transgénicos HLA-DQ2.5. Este enfoque no solo inhibió células T con la misma especificidad antigénica, sino que también suprimió respuestas a diferentes péptidos de gluten, abordando así la respuesta autoinmune policlonal de la enfermedad. Estos datos respaldan el potencial clínico de las terapias con eTregs específicas de antígeno para enfermedades autoinmunes, ampliando las aplicaciones más allá de las actuales.
A nivel mundial y desde principios del siglo XXI el uso de abonos nitrogenados ha aumentado más de un 40%. Quitando el aumento del uso de las tierras de cultivo sigue saliendo un aumento neto. Echamos más abono que antes a las plantas. El exceso de abono en el suelo agrícola es un problema ecológico de sobra conocido que causa la nitrificación del suelo, cambios en el ecosistema microbiano del suelo y las raíces, aumento del nitrógeno de las aguas subterráneas, haciéndolas no potables o la luvia ácida. Pero además parece ser que a esto habrá que añadir el efecto pernicioso en la proporción de proteínas que se generan con él.
El uso extensivo de fertilizantes nitrogenados ha estado vinculado con la contaminación de cuerpos de agua subterránea, como se ha observado en zonas agrícolas intensivas de Estados Unidos y Europa. Esta contaminación se debe a la lixiviación de nitratos, una preocupación seria, ya que el agua potabilizada contaminada con niveles elevados de nitrato se ha asociado con problemas de salud crónicos. La administración de estos recursos es clave para minimizar el impacto ambiental y proteger la salud pública.