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Contaminación lumínica, como afecta a la naturaleza y a nosotros

Publicado por Ramón Contreras

La contaminación lumínica se refiere al exceso de luz artificial que se emite en el ambiente nocturno, principalmente en áreas urbanas, pero no exclusivamente, debido al uso indiscriminado de iluminación en calles, edificios, publicidad y otras fuentes. Este fenómeno tiene consecuencias significativas en la biodiversidad nocturna, afectando a plantas, animales y ecosistemas en general.

La oscuridad es la señal que nuestro cuerpo utiliza para realizar algunas funciones metabólicas importantes

En primer lugar, la contaminación lumínica interfiere con los ritmos naturales de muchas especies, perturbando sus ciclos de sueño, reproducción y alimentación. Por ejemplo, las aves migratorias como los petreles y albatros, los tordos y mirlos o las gaviotas pueden desorientarse por las luces de las ciudades y perder su ruta, confundiéndolas y alterando sus patrones de vuelo, poniendo en riesgo su supervivencia, aumentando el riesgo de colisiones con edificios y otras estructuras o dificultando su capacidad para encontrar lugares seguros de descanso y alimentación.

Además, los insectos son atraídos hacia las fuentes de luz artificial, lo que puede alterar las cadenas tróficas y disminuir la disponibilidad de alimento para otras especies como murciélagos y aves de presa nocturnas que cazan en la oscuridad.

Otro aspecto importante y que muchas veces no caemos en él a primera vista, es el impacto en los ecosistemas marinos, donde la contaminación lumínica puede afectar a las especies que dependen de la oscuridad para su reproducción, como algunas especies de tortugas marinas que anidan en playas iluminadas. Además, la alteración de los ciclos naturales de luz puede interferir con la fotosíntesis o en la reproducción de comunidades biológicas en la misma base de la cadena alimentaria, las algas y el fitoplancton (como diatomeas, clorofitas y cianobacterias). Además, la contaminación lumínica también puede provocar cambios en la composición y estructura de las comunidades de algas y fitoplancton, lo que puede alterar el equilibrio ecológico en los ecosistemas acuáticos. Por ejemplo, algunas especies de algas pueden verse favorecidas por la luz artificial, porque son capaces de seguir produciendo gracias a las longitudes de onda de la luz artificial, mientras que otras pueden ser desplazadas o disminuir su crecimiento debido a la competencia por recursos como la luz y los nutrientes debido a que no pueden aprovechar la luz artificial y por lo tanto no siguen creciendo durante la noche.

Finalmente, la contaminación lumínica también tiene efectos en la salud humana, ya que la exposición constante a la luz artificial durante la noche puede alterar los ritmos circadianos y provocar trastornos del sueño, estrés y otros problemas de salud. La luz artificial, especialmente la luz azul emitida por dispositivos electrónicos como teléfonos inteligentes, tabletas y computadoras, puede interferir con la producción de melatonina, una hormona que regula el ciclo sueño-vigilia, suprimiendo la producción y retrasar su liberación. Aunque también puede alterar otros procesos fisiológicos, como el metabolismo, la presión arterial y la función inmunológica

En conclusión, la contaminación lumínica es un problema creciente que afecta negativamente a la biodiversidad nocturna y a los ecosistemas en general. Es importante tomar medidas para reducir el uso innecesario de iluminación artificial y promover prácticas más sostenibles que permitan preservar la oscuridad natural del ambiente nocturno.