Parasitismo
La asociación de dos especies, en que una de ellas (parásito) obtiene sustancias alimenticias de la otra (huésped), bien tomando alimentos que éste tenía para sí, bien nutriéndose de partes integrantes de su cuerpo (tejidos, sangre, savia), constituye el parasitismo.
En este tipo de asociación, una parte es la beneficiada, mientras que la otra queda perjudicada.
La vida parásita tiene gran influencia sobre la organización de los seres que la practican, pues la abundancia de alimento hace que muchas veces se atrofien, e incluso desaparezcan, los órganos locomotores, ya que no es necesario ir en busca del sustento. Consecuencia de la quietud del parásito es la atrofia de los órganos de los sentidos; así, la mayor parte de los parásitos internos, como las tenias, son ciegos.
El parasitismo se da entre los vegetales en todos sus grados. En las plantas inferiores se halla muy extendido, como lo muestran las bacterias y hongos productores de tantas enfermedades. Las plantas con flores lo presentan pocas veces; entre ellas están el muérdago, que habita sobre diversos árboles y tiene color verde, por lo que puede realizar la fotosíntesis, pero en cambio es incapaz de absorber la savia bruta, la cual toma por medio de unos órganos chupadores llamados haustorios que emite en dirección a los vasos conductores del huésped.
Entre los animales veremos algunos casos de gusanos parásitos de la especie humana; entre ellos está la duela del hígado (Fasciola hepática), que más frecuentemente reside en las vías biliares de los corderos y vacas. Es hermafrodita y su ciclo biológico es de los más curiosos del reino animal, formado por tres generaciones enteramente distintas. Pertenece al grupo de los Platelmintos y vive en el hígado, tomando el alimento por una ventosa bucal. La primera generación, que es hermafrodita, tiene autofecundación, saliendo los huevos a través de la bilis y de las heces fecales y, al llegar al agua, nace de cada uno de ellos una larva llamada miracidio, revestida de cilios, que se dirige en busca del caracol de agua dulce Limnaea. En la cavidad pulmonar del caracol se transforma en la segunda generación, el esporocisto, que carece de tubo digestivo y que al llegar a la madurez reproductora produce partenogenéticamente la tercera generación, formada por individuos llamados redias, con tubo digestivo ciego. Saliendo del esporocisto. emigran las redias al hígado del molusco, donde, también partenogenéticamente, forman las larvas llamadas cercarias, que tienen ya organización parecida al adulto, con una cola que les sirve para emigrar a través de la limnea al agua en busca de las plantas de las orillas, donde se fijan y se enquistan, perdiendo la cola, en espera de ser tragadas por el ganado al pastar la hierba o incluso por el hombre. Es un parásito con dos huéspedes en su ciclo.
La tenia o solitaria (Taenia solium) es un platelminto segmentado que vive en el tubo digestivo del hombre. Tiene en el extremo anterior del cuerpo un abultamiento muy pequeño o cabeza llamado escólex, con cuatro ventosas y una corona de ganchos. El escólex va originando segmentos llamados proglotis, que forman el cuerpo en número de unos 600 y con una longitud total de tres metros. Cada proglotis es hermafrodita. La tenia carece de tubo digestivo, absorbiendo el quilo intestinal humano a través de la piel y, como que respira anaerobiamente, utiliza una mínima parte del alimento absorbido por ella. Tiene autofecundación, saliendo los proglotis (llamados cucurbitinos) cargados cada uno con unos 50.000 huevos. Cada huevo lleva un embrión, que puede quedar en vida latente hasta que el cerdo lo trague, apareciendo del huevo una larva redondeado llamada oncosfera, que, atravesando las paredes del estomago, pasa al torrente circulatorio y a los músculos, donde se transforma en una larva llamada cisticerco (es un escólex invaginado).
Al comer el hombre esta carne, del cisticerco sale el escólex de la futura tenia.