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El parasitismo desde un enfoque ecológico: respuestas y efectos sobre los hospedadores

Publicado por Victoria González

Los animales presentan defensas de distinto tipo a los ataques de los parásitos.

A nivel de comportamiento, pueden ejecutar maniobras defensivas o de desparasitación, ya sea social, como por ejemplo en los primates, o alimenticia, seleccionando determinadas plantas con función medicinal para acabar con los parásitos. Un ejemplo de maniobra defensiva se da en las hormigas cortadoras de hojas del género Atta. Estos animales tropicales cortan hojas y usan estos trozos como sustrato para crecer hongos en el hormiguero y alimentar a sus larvas con ellos. Los científicos observaron que, a veces, encima de las hojas que transportaban las obreras viajaban otras hormigas más pequeñas, que generalmente son las que se dedican al cultivo de hojas en el hormiguero. La explicación se encuentra en unos pequeños dípteros que se posan en la hormiga y ponen sus huevos entre el tórax y el abdomen de la misma. Las larvas acaban devorando y matando a la hormiga infectada. La misión de las hormigas montadas en la hoja es precisamente defender a las hormigas porteadoras del ataque del insecto.

A nivel de defensa celular, los animales poseen células fagocíticas que rodean e ingieren todo tipo de partículas no reconocidas, ya sean animadas o inanimadas. Se da tanto en vertebrados como en invertebrados, y en este caso, las células fagocíticas y el comportamiento son el único mecanismo de defensa, ya que no tienen sistema inmunológico. Por tanto, la recuperación de una población de invertebrados tras una epidemia depende más del potencial reproductivo de los supervivientes que de la recuperación de los individuos afectados.

Los vertebrados poseen un mecanismo de defensa adicional: el sistema inmunológico, muy complejo y con dos características a nivel ecológico:

– Permite que el hospedador se recupere de la infección.

– Confiere al hospedador un `recuerdo’ que va a permitir que quede inmunizado para una posible re-infección.

Las plantas, a su vez, presentan dos tipos de respuesta:

– Constitutivas: barreras físicas o biológicas contra los organismos invasores. Son independientes de la presencia del patógeno. Un ejemplo son las cutículas más desarrolladas.

– Inducidas: se originan a raíz del ataque. Los mecanismos implicados están a la altura de la complejidad del sistema inmunológico de los vertebrados. De hecho, también pueden adquirir inmunidad tras el ataque, que en plantas se llama resistencia sistémica adquirida.

Las agallas son una respuesta de las plantas al ataque de parásitos.

Los parásitos tienen efectos sobre los hospedadores a tres niveles: crecimiento, supervivencia y fecundidad.

Efectos sobre el crecimiento: generalmente, cuanto mayor es la carga en parásitos de un hospedador, menor es el crecimiento en biomasa, ya que los parásitos están consumiendo los recursos del hospedador.

Las agallas son un efecto especial de los parásitos sobre el crecimiento de las plantas: se trata de una respuesta inducida frente a la puesta de huevos de determinados insectos en sus tejidos. Provoca un cambio morfológico, ya que se desarrolla una especie de tumor, y además puede ocasionar cambios genéticos, ya que a veces los mismos insectos transmiten plásmidos a la planta que inducen el crecimiento tumoral. El tejido de la agalla tiene almidón y muchas proteínas que sirven de alimento para las larvas, y su parte externa, además, las protege. Además, la respuesta es específica según el tipo de insecto, es decir, cada uno induce la formación de una agalla diferente.

Efectos sobre la supervivencia: los parásitos rara vez son letales, pero tienen efectos muy negativos sobre la supervivencia, ya que debilitan al hospedador, lo hacen más vulnerable frente a los depredadores y reducen su capacidad competitiva.

Los efectos sobre la fecundidad pueden ser:

– Directos: llegan a ocasionar la esterilidad del hospedador, o bien reducen su éxito reproductivo.

– Indirectos: son directos sobre el crecimiento pero acaban afectando al éxito reproductivo. Por ejemplo, algunos parásitos de aves impiden el crecimiento de las plumas, por lo que los machos llamarán menos la atención de las hembras.