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¿Qué es una especie? Consideraciones históricas.

Publicado por Javier García Calleja

La primera respuesta, inspirada en Platón, consistiría en considerar que cada especie correspondería a un «tipo» ideal, universal. Cada individuo no sería más que una imitación más o menos imperfecta del tipo esencial de su especie. Por eso esta concepción se conoce como esencialismo (o tipologismo).

Además está la evidencia: toda especie, por el hecho mismo de existir, está adaptada a su medio. Esa adaptación no sería otra cosa que el intento más o menos afortunado de parecerse al «tipo esencial» de su especie.

El pez y el cangrejo están bien adaptados a la vida marina, a pesar de su organización totalmente diferente. Para comprender el origen de los interrogantes sobre la adaptación hay que adoptar una óptica creacionista: si cada especie fuera el resultado de una construcción libre, independiente de las presiones del medio, entonces podría estar más o menos bien lograda, como la obra de un artista. Pero la deferencia del Creador ha velado para armonizar el funcionamiento de cada ser vivo con los condicionantes de su medio. Se podrá, entonces, dividir el organismo en múltiples partes, cuya utilidad será evidente: las patas del topo están perfectamente adaptadas a la excavación de galerías subterráneas; las gibas del camello constituyen una reserva de agua que le permite vivir en el desierto; la trompa del elefante le sirve para coger los alimentos, mientras la constitución de sus patas le permite sostener su cuerpo, etc.

Todo ello porque ese «tipo ideal» que es la especie tipo existiría en la mente del Creador.

Pero, desde la Edad Media, una escuela opuesta a ésta se negaba a admitir la existencia de tipos abstractos que existirían en un cielo de las ideas. En la naturaleza sólo existen individuos: las especies son sólo nombres que nosotros adjudicamos a las divisiones que percibimos en la naturaleza. A esta concepción se la conoce como nominalismo.

Fue defendida por el filósofo británico John Locke (1632-1704) y, más tarde, por el francés Lamarck (al menos durante algún tiempo).

La concepción actual de la especie también es diferente. Se podría encontrar su origen en unas reflexiones de Buffon: la especie es el conjunto de individuos capaces de reproducirse entre ellos. Es lo que Ernest Mayr, biólogo norteamericano nacido en 1904, llamó el concepto biológico de la especie: «Las especies son grupos de poblaciones naturales capaces de entrecruzarse y que en el aspecto reproductivo están aislados de otros grupos parecidos.»

La barrera biológica que separa a dos especies es la esterilidad de los cruzamientos (imposibilidad de acoplamiento, o híbridos estériles). Ya veremos en lo que sigue su importancia cara a la evolución, es decir la respuesta a la pregunta «¿qué origina las especies?«

Para ilustrar esta dificultad sirva un fenómeno sorprendente: las especies gemelas.

Al ir desarrollando esta concepción de especie se ha descubierto una multitud de «especies gemelas». En efecto, suele ocurrir que lo que se creía una única especie contiene poblaciones reproductivamente aisladas unas de otras, mientras que los individuos son aparentemente semejantes. Estamos, de hecho, ante especies distintas. Este fenómeno se observa entre algunos vertebrados, como las ranas, pero sobre todo se encuentra en el mundo de los insectos. Por ejemplo, en la mosca del vinagre (género Drosophila, que comprende más de 1.500 especies) se descubren sin cesar nuevos grupos de especies gemelas.

En la mosca de la fruta es común el que frecuentemente se describan nuevas especies, que parecían ser la misma.
En la mosca de la fruta es común el que frecuentemente se describan nuevas especies, que parecían ser la misma.