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Clasificación de los seres vivos: Las aportaciones de Linneo, Lamarck, Darwin, Hogg y Haeckel

Publicado por Ramón Contreras

Como ya hemos habla en otros artículos la clasificación de los seres vivos fue una de las primeras etapas necesarias en el estudio de la vida. Los clásicos griegos encabezados por los trabajos de Aristóteles ya entendían que los seres vivos se podían clasificar en aquella época en animales y plantas. La organización de los animales y de las plantas propició un conocimiento sobre ellos que permitió desarrollar por comparación entre distintos grupos otras áreas del conocimiento biológico mucho más deprisa, como son la fisiología animal o la polinización de las plantas con flor. Además, la idea de clasificar a los seres vivos de acuerdo con ciertas semejanzas es un paso indispensable para el desarrollo de la teoría de la evolución de Darwin.

El siglo XVIII fue un tiempo muy interesante en este aspecto. En primer lugar Carlos von Linné (Linneo) completa su “Sistema Naturae” una de las obras claves de la taxonomía, de gran vigencia en la actualidad y que nombra ya gran parte de los animales, plantas y hongos conocidos, otorgándoles un nombre científico que en la mayoría de los casos prevalecerá hasta nuestros días. Al mismo tiempo Lamarck y otros naturistas de renombre de la época presentan trabajos similares sobre la organización de los seres vivos.

De hecho en el trabajo de Lamarck (en algunos sitios citado como Lemarck) propone ya una teoría de la evolución, bajo el lema de “la necesidad crea el órgano”. Si bien su teoría es revolucionaria y abriría la puerta a toda una nueva área de conocimiento la historia no lo ha tratado con el respeto que se merece. La aparición en escena de la teoría propuesta por Darwin, ensombrece los grandes aportes de Lamarck, pionero en la evolución. Gracias a los trabajos de Lamark y Darwin se inició una nueva etapa, en donde los taxones debían reunir relaciones de parentesco y estar basados en la evolución.

Anteriormente, en las medianías del siglo XVII se había empezado a hablar del concepto de célula, de la mano del naturista Hooke y sus primeras visualizaciones al microscopio. Para cuando llegaron las primeras teorías evolutiva, siglo XVIII, el concepto no estaba claro y todavía tuvo que pasar otro siglo para que el naturista James Hogg en 1860 publicara sus trabajos sobre los organismos microscópicos que había ido describiendo y clasificando. Para esto último se vio en la necesidad de crear un nuevo Reino, puesto que lo que veía no podían ser ni animales, ni plantas. Así se acuñó el término Protoctista que reunía a organismos microscópicos que defendía que al ser más sencillos debían ser evolutivamente anteriores a los otros más complejos. Poco después, Ernst Haeckel en 1874 definió a los Protistas como tercer reino de los seres vivos, homólogos de los Protoctistas unicelulares de Hogg y que ha permanecido vigente hasta nuestros días. En este punto muchos de los hongos que actualmente clasificamos dentro de su propio reino Fungui todavía pertenecían a este grupo nuevo y poco claro que fue desdoblándose para reconocer las diferencias entre bacterias, arqueas, hongos, etc.

No fue hasta el siglo siguiente en que Ernst Heinrich gracias a los avances en microscopía observo las diferencias celulares más importantes, la presencia de núcleo y orgánulos. Esto daría pie a nuevos cambios en la sistemática natural. Pero eso ya es historia Contemporánea.