¿Qué es un antibiograma?
Un antibiograma es tanto una técnica como el propio objeto que se emplea para ella. Los antibiogramas sirven para comprobar la eficacia de un antibiótico para neutralizar a una especie o cepa bacteriana concreta. En resumen es una o varias placas de petri -un tipo de placas de laboratorio- con un medio de cultivo en el que se crece una bacteria problema y al que se le aplican diferentes discos de uno o varios antibióticos a concentraciones conocidas. Tras un tiempo las poblaciones de bacterias que crecerán en la placa no lo harán alrededor de los discos de antibióticos.
Ya hemos hablado varias veces de los problemas de los antibioticos en la actualidad debido a las bacterias superresistentes o a las multiresistencias. Debido a esto la Organización Mundial de la Salud (OMS) calcula que para el 2050 no habrá antibióticos efectivos. Esto es debido a que la formas tradicionales de encontrar nuevas sustancias antibióticas han sido hasta ahora muy costosas. Se calcula que se descubre un antibiótico nuevo cada 15 años y que su desarrollo cuesta unos 100 millones, teniendo en cuenta el coste de todas las pruebas que se quedan en el camino para encontrar uno que sí funciona. Sin embargo, nuevas técnicas basadas en la Inteligencia artificial parece que permitirán mejorar tanto la inversión necesaria como el tiempo que se necesita para descubrirlos.
Los antibiogramas tienen dos funciones muy actuales e interesantes. A este respecto por un lado sirven para ver si una cepa bacteriana es resistente a diferentes compuestos conocidos. Muchas veces el los hospitales lidian con cepas bacterianas que resisten a los antibióticos convencionales y tras un antibiograma pueden administrar el antibiótico más apropiado para la cepa concreta y además pueden hacer pruebas con diferentes dosis de un mismo antibiótico para perfeccionar su aplicación. La segunda función interesante es en el desarrollo de nuevos antibióticos. Para ello se siguen dos técnicas por un lado se pueden conseguir nuevos antibióticos mediante la modificación química de un antibiótico conocido. En ese caso se probará un antibiograma con la modificación a diferentes concentraciones frente al antibiótico conocido, para saber si es tan eficaz con el anterior, más o menos. Con esta técnica se han encontrado antibióticos que han permitido seguir protegiéndonos durante más de 30 años. Por otro lado, cuando se quiere desarrollar un nuevo antibiótico desde cero lo primero que se hace es un antibiograma para saber si es efectivo, a qué concentraciones se tiene que administrar par que sea efectivo y contra qué cepas o especies bacterianas es efectivo ese nuevo antibiótico en ciernes.
Existen grupos de investigación que se dedican a realizar pruebas de antibiograma cada cierto tiempo con muestras de todo el mudo para saber si los patógenos contra los que usamos los antibióticos están ganando resistencia a cada uno de ellos. Existen antibiogramas comerciales para realizar estas pruebas de rutina que se llevan a cabo en muchos hospitales. Gracias a ello se puede hacer una medicina mucho más personalizada para luchar contra las variedades propias de cada región y adelantar tiempo a la hora de salvar vidas.