Aplicaciones de la citometría de flujo
La citometría de flujo es una técnica que permite la separación de células dependiendo de su tamaño o características morfológicas internas. Es una técnica relativamente moderna, creada en 1953. Al pasar las células individualizadas por un canal cruzan transversalmente un láser, durante un tiempo proporcional al tamaño de la célula. Después mediante un software apropiado se distribuyen millones de células que pasan cada segundo por el láser en poblaciones de distinto tamaño dependiendo de durante cuánto tiempo, hablamos de microsegundos, hayan cortado el haz del láser. Las propiedades de dispersión de la luz de cada célula nos dan información sobre el tamaño celular y su granularidad. Puedes leer más sobre el funcionamiento de la citometría de flujo en el artículo que le dedicamos aquí (próximamente).
Aplicaciones médicas: Basándose en las diferencias existentes entre los tipos celulares sanos y su contrapartida afectada por algún tipo de enfermedad puede emplearse la citometría de flujo para diagnosticar algunas enfermedades. Los últimos 20 años han cambiado radicalmente la forma de diagnosticar enfermedades. Debido a los grandes avances técnicos de técnicas como la citometría de flujo que permite obtener información de una sola célula, en contrapartida de técnicas anteriores basadas en las cualidades bioquímicas de una población celular relativamente extensa.
La citometría de flujo puede usarse en el ámbito médico para tipificar y contar células sanguíneas. En hematología o inmunología el porcentaje entre glóbulos rojos y otros tipos celulares puede utilizarse para diagnosticar enfermedades. De esta forma se comprueba el porcentaje de glóbulos blancos. Un número elevado de glóbulos blancos es uno de los indicativos de enfermedad y un porcentaje bajo de glóbulos blancos es un indicativo de una inmunodepresión. También puede emplearse para contar reticulocitos, precursores de los glóbulos rojos que se encuentran en el plasma debido a anemia. Además se pueden contar otros tipos celulares de la médula ósea, que se ha comprobado que disminuyen en número en enfermedades tales como el SIDA.
En oncología, las células cancerosas presentan con frecuencia morfologías anormales, sus núcleos son de un tamaño diferente al normal y al no tener una correcta regulación de sus funciones internas puede presentar un tamaño mayor que las de un tejido sano. Es por esto que la citometría de flujo permite conocer si una población celular de millones de células contiene aunque sea tan solo una célula cancerosa.
En infecciones tanto bacterias como víricas, puede usarse la citometría de flujo para detectar bacterias, que son de un tamaño unas 10 veces menor que las células humanas, y las partículas víricas pueden detectarse tanto dentro como fuera de la célula, debido a que cambian la granulosidad de la célula.
En enfermedades de origen genético se ha aplicado la citometría de flujo para determinar la cantidad de ADN que contienen las células. De esta manera se pueden detectar las trisomías, como el síndrome de Down o las monosomías del cromosoma X.
En cuanto al ámbito científico de la investigación la determinación del contenido celular de ADN puede resultar muy útil para determinar que genes son los encargados de pasar entre las distintas fases del ciclo celular. Además la citometría de flujo permite mediante el uso de anticuerpos marcados que se unen a proteínas propias de un proceso celular, como por ejemplo la apoptosis, determinar si el proceso se está dando y en qué medida dentro de una población celular.