El suelo en ecosistemas áridos: almacenador y regulador del flujo de agua
El suelo actúa como: (a) un almacén temporal para la entrada de precipitación, que permite su uso por parte de los organismos; (b) un regulador que controla la partición de esta entrada entre las principales salidas: escorrentía, drenaje, evaporación y transpiración de la absorción, y de esta última (biológicamente activa) el flujo entre diferentes organismos.
Si bien hay muchos aspectos a considerar en cuanto al movimiento del agua en el suelo, nos centraremos en la infiltración, la escorrentía y la redistribución horizontal ya que es la primera etapa de la llegada de agua y en general la limitante.
La mayor parte de la entrada de agua (lluvia + escorrentía) en cualquier punto se infiltra en el suelo o sale de la superficie en cuestión de minutos a horas. La intercepción por parte de las plantas solo causa pequeñas pérdidas por evaporación en las zonas áridas (debido a la baja cobertura), pero puede, crear patrones marcados de humedecimiento del suelo debajo y alrededor de arbustos y árboles. El almacenamiento en superficie durante más de unas pocas horas se produce en desiertos solo en zonas bajas que reciben escorrentía, con suelos de baja permeabilidad.
Los modelos matemáticos detallados de la partición de infiltración / escorrentía en un punto, con un tiempo de resolución de minutos, se han basado en ecuaciones de flujo generalizadas o en funciones explícitas de tiempo. Las funciones empíricas proporcionan una aproximación que relaciona la escorrentía diaria con la precipitación diaria y expresa el aumento en proporción de escorrentía con intensidad de lluvia para un área con propiedades de superficie dadas. Ambos tipos de funciones se han utilizado en modelos que predicen la escorrentía de cuencas hidrográficas en zonas áridas. La escorrentía de las superficies arenosas y pedregosas suele ser más baja que la de las arcillosas y limosas, especialmente si estas últimas forman una corteza. La cobertura de vegetación viva y muerta generalmente aumenta la infiltración en zonas áridas al reducir el impacto de la lluvia y, probablemente, algunas modificaciones físicas o químicas de la superficie.
El modelado y la medición de la infiltración/escorrentía se realizan principalmente por físicos del suelo para áreas uniformes de hasta 1 m2, o por hidrólogos interesados en la salida de agua del canal principal de una gran cuenca heterogénea (1-100 km2). Sin embargo, gran parte de la importancia ecológica de estos procesos es a escalas entre 1m2 y 100km2, especialmente en lo que se refiere a la redistribución horizontal del agua dentro de la cuenca. La entrada de infiltración en cualquier punto puede ser mucho más baja o más alta que la precipitación, dependiendo de la posición en el paisaje, las propiedades de la superficie y la vegetación. La consiguiente variación espacial en la humedad del suelo tiene efectos significativos sobre la diversidad y la producción en zonas áridas. Estos están muy extendidos, pero son más fáciles de demostrar en áreas con patrones microtopográficos regulares, por ejemplo campos surcados. En las zonas áridas extremas, es esta redistribución la que permite que cualquier vegetación sobreviva en las áreas de sumidero.