Las relaciones de los microorganismos con otros organismos
Los tipos de relaciones que se establecen en la naturaleza entre microorganismos y otros grupos de seres vivos (en especial con la especie humana), o incluso entre distintos tipos de microorganismos, tienen mucho que ver con las distintas formas de nutrición que estos pueden presentar, de manera que el resultado de la relación o asociación puede ser indiferente o inocuo, beneficioso para una o para ambas partes, o perjudicial para una de ellas.
Así, en general, los microorganismos que son autótrofos no deben causar perjuicio al organismo con el que se relacionan, mientras que los de nutrición heterótrofa pueden establecer relaciones que van desde la simbiosis (relación de beneficio mutuo) al parasitismo (el microorganismo vive a costa del otro ser, al que perjudica), pasando por otros tipos de relaciones intermedias como el comensalismo (el microorganismo se alimenta del otro sin causarle ningún daño), el inquilinismo (uno se cobija dentro del otro), el saprofitismo (el microorganismo se alimenta de restos o de cadáveres), la antibiosis (uno produce sustancias que impiden la vida del otro -para evitar competencias-).
A veces, el mismo microorganismo puede cambiar el tipo de relación que mantiene con otro organismo dependiendo de las circunstancias. Por ejemplo, la conocida Escherichia coli vive en el intestino grueso humano y puede ser un comensal que depende de su huésped para alimentarse y protegerse y no lo beneficia ni perjudica; la relación es, por tanto, un comensalismo; si produce una vitamina necesaria para el hospedador (o una enzima), la relación es mutualismo, ya que ambos, bacteria y ser humano, se benefician de la vida en común; si penetra en el riego sanguíneo y causa una septicemia (envenenamiento de la sangre), la bacteria es patógena y la relación pasa a ser de parasitismo. Además esta especie tiene variedades claramente patógenas, incluso en su medio natural, el intestino humano.
Vamos a estudiar alguna de estas relaciones mútuas:
Relación de antíbiosis
En la antibiosis, una especie produce sustancias perjudiciales para otras, a las que destruye o inhibe su desarrollo. El caso más conocido es el de microorganismos que producen los llamados antibióticos, de los que se aprovecha también el hombre para luchar contra otros microorganismos patógenos, principalmente bacterias y hongos.
Son bien conocidos como agentes productores de antibióticos los mohos, como varias especies de Penicillium que producen penicilinas; las bacterias Actinomicetes, como varias especies de Streptomyces, que producen estreptomicina, y otros antibióticos y varias especies de Bacillus. Resulta discutible hasta qué punto el organismo productor se beneficia o no de su actividad antibiótica, al impedir el crecimiento de otros microorganismos a su alrededor, aunque probablemente lo haga, al evitar competencias.
Relación de parasitismo.
Los microorganismos parásitos son aquellos que viven en el interior (menos frecuentemente en la superficie) de otros seres, de los que se aprovechan para obtener el alimento y les causan alteraciones más o menos graves. Por tanto, provocan enfermedades y se dice que son patógenos. Como ya se ha dicho, en ocasiones el mismo microorganismo puede pasar de ser inocuo o comensal a patógeno según las circunstancias, por lo que hay que hablar entonces de patógenos facultativos u oportunistas.
Aunque los microorganismos fueron descritos al final del siglo XVII por Leeuwenhoek, no se reconocieron como causantes de enfermedades hasta mediados del XIX. A partir de entonces se introdujeron procedimientos de esterilización en hospitales y medidas de prevención contra el contagio: potabilización de aguas, erradicación de insectos, pasteurización de la leche, períodos de cuarentena, etc. Por su interés, merecen un tratamiento especial.