Relaciones de los microorganismos con otros seres vivos: simbiosis y comensalismo
En función de los participantes en la relación, y con objeto de sistematizar los ejemplos, podemos distinguir los siguientes casos:
En relación con plantas.
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El caso de mayor importancia biológica posiblemente sea el de los rizobios, es decir, la asociación entre bacterias como las del género Rhizobium en las raíces de plantas leguminosas. Las bacterias, recordemos, aprovechan la energía del catabolismo de las células vegetales, mientras estas obtienen sustancias nitrogenadas a partir de la fijación de nitrógeno bacteriano.
- Las asociaciones de las raíces de plantas y hongos, llamados «micorrizas» adquieren cada vez mayor importancia, ya que se ha descubierto que son muchas especies las que establecen esta relación. Se trata de hifas de hongos que se introducen en las raíces, de modo que el hongo recibe materia orgánica fotosintetizada por la planta, mientras que esta ve aumentada la absorción de sales minerales y agua a través de las hifas del hongo, ya que actúan como si fueran una ampliación de sus pelos absorbentes.
En relación con hongos.
- Hay que destacar la conocida simbiosis liquénica, que forman un alga verde unicelular o una cianobacteria con un hongo, lo que da como resultado un liquen, un tipo de organismo distinto según la especie concreta de una y otra parte de la asociación. De este modo, en los liqúenes el hongo proporciona un sustrato húmedo y el soporte físico al alga o a la cianobacteria, y esta fabrica en su fotosíntesis materia orgánica para sí misma y para el hongo.
En relación con animales.
- Muchos invertebrados acuáticos (poríferos, cnidarios, platelmintos y moluscos) presentan algas verdes unicelulares simbiontes en sus tejidos. Los compuestos orgánicos fotosintetizados por el alga son utilizados por el animal, que aporta a cambio oxígeno disuelto y soporte apropiado.
- Como ejemplo concreto puede citarse un caso que reviste especial interés: la relación simbiótica entre los pólipos de los arrecifes de coral y las algas. En la pared interna de cada uno de los individuos que forman la colonia se encuentran miles de algas microscópicas, llamadas zooxantelas, que constituyen el eslabón de los productores, con una elevada actividad fotosintética aprovechando la absorción de luz por el día. Por la noche, los productos orgánicos resultantes se transfieren a los tejidos animales del pólipo, aunque este completa su aporte de materia orgánica con la captura e ingestión de partículas de zooplancton, del que obtiene elementos nutritivos, por ejemplo, el fósforo, que, a su vez, transfiere a las zooxantelas.
- Un ejemplo de simbiosis entre microorganismos no fotosintéticos y animales lo aportan los protozoos flagelados, que viven en el intestino de insectos como cucarachas o termitas, que se alimentan de madera. Su misión es digerir la celulosa y la lignina de la madera, ya que el huésped es incapaz de hacerlo por sí mismo. La simbiosis más típica de este grupo es la que realizan las bacterias y los protozoos ciliados (anaerobios estrictos) en la panza de los rumiantes: vacas, ovejas, cabras, etc. Estos mamíferos no fabrican celulasas, y son los microorganismos simbiontes los que realizan la digestión (fermentación) de la celulosa ingerida. Como resultado de tales fermentaciones se forman CO2, metano y ácidos grasos (acético, propiónico, butírico). Los ácidos se absorben y pasan a la sangre; los gases son liberados en forma de eructos. En la panza hay también protozoos que se alimentan de las bacterias presentes.
En relación con el ser humano.
- En la especie humana también existen microorganismos cuya relación es difícil de distinguir si se trata de una simbiosis o de un comensalismo. Diversas bacterias viven en el intestino grueso constituyendo la microflora intestinal y tienen un papel importante al aportar vitaminas como la B12, o la K. La microflora intestinal también produce metano, uno de los componentes de los gases intestinales junto con el aire tragado en la deglución. La mayoría de las bacterias intestinales son anaerobias estrictas, principalmente bacilos, vibriones y estreptococos fecales. Sin embargo, la composición de la microflora intestinal depende directamente del régimen alimenticio de cada persona.
- La piel es también un órgano ocupado por bacterias y otros microorganismos que pueden considerarse comensales. Especialmente en zonas húmedas como el oído, los espacios interdigitales, las axilas o los genitales podemos encontrar grandes cantidades de los géneros Micrococcus, Staphylococcus y Streptococcus, entre las que cabe señalar las responsables del acné y de los diferentes olores del sudor. También es frecuente la presencia de hongos de los géneros Candida y Microsporium. La microflora dérmica varía con la edad y depende de las condiciones ambientales de humedad, de temperatura y de los hábitos higiénicos.
- Otro lugar del cuerpo habitado normalmente por microorganismos es la cavidad bucal, ya que se ven favorecidos por los restos de comida, a pesar de que la saliva posee enzimas antimicrobianas como la lisozima. El esmalte dentario es colonizado por Streptococcus sanguis, y cuando la dieta es rica en azúcares, por Streptococcus mitis.