Ecología de la enfermedad
En algunos casos el concepto de enfermedad es un concepto ecológico, pues el microorganismo se tiene que establecer en un medio que no es el suyo y competir con la flora normal. En términos ecológicos, para adquirir una enfermedad se deben dar una serie de pasos:
– Tiene que haber un portal de entrada de la misma.
– El microorganismo tiene que ser capaz de colonizar e invadir.
– Debe existir un portal de salida, ya que si el microorganismo no sale, solo se transmitirá a un individuo.
– Debe haber un mecanismo de transmisión.
Para estudiar la ecología de la enfermedad, se pueden establecer tres factores:
– Número de microorganismos que atacan.
– Virulencia: capacidad relativa de producir una enfermedad.
– Estado físico del hospedador.
Además de estos factores, es importante tener en cuenta el concepto de resistencia del hospedador. La resistencia es la capacidad del hospedador para evitar la infección o limitar la severidad de la enfermedad después de la infección. Esta resistencia puede ser innata o adquirida. La resistencia innata es la que posee el hospedador desde su nacimiento, mientras que la resistencia adquirida es la que se obtiene a lo largo de la vida, ya sea por inmunización o por haber superado una infección previa.
Respecto al microorganismo, se deben de tener en cuenta los siguientes atributos:
– Patogenicidad, que equivale a la virulencia.
– Invasividad.
– Toxigenicidad.
La patogenicidad es un atributo del género o de la especie de microorganismo. Hay microorganismos que nunca son patógenos, mientras que otros lo son pero algunas cepas no producen la enfermedad. Científicamente, la patogenicidad se mide por la dosis letal media: número de microorganismos necesarios para matar a la mitad de los animales en experimentación en un ensayo cuantitativo.
La invasividad se refiere a la capacidad de entrada y multiplicación del microorganismo. Depende de varios factores, por ejemplo la producción de cápsula, ya que, generalmente, las enzimas del macrófago no pueden digerirla. Otro factor es la producción de ciertas enzimas que favorecen la diseminación del microorganismo en el hospedador: la hialuronidasa es una de ellas, ya que rompe el ácido hialurónico, que es una sustancia cementante.
La toxigenicidad es la capacidad del microorganismo para producir sustancias tóxicas, que generalmente son toxinas. Por un lado, las exotoxinas son proteínas que se secretan al medio, y pueden ejercer su acción incluso si no está la bacteria presente. Generalmente tienen dos partes: una de ellas funciona como receptor de unión a la membrana celular, y la otra es la que tiene actividad enzimática. La toxina diftérica y la toxina colérica son algunos ejemplos de exotoxinas. Por otro lado, las endotoxinas son lipopolisacáridos o lipoproteínas que se quedan asociadas a la pared celular, y solo funcionan cuando la célula muere o es atacada por patógenos. Además, son relativamente inespecíficas.
Por otro lado, cuando un microorganismo ataca al hombre se encuentra con dos niveles de defensa:
– Constitutivo: es inespecífico, es decir, funciona igual independientemente del agresor.
– Inducible: es el sistema inmune, y es específico.
El sistema inespecífico viene marcado por la respuesta antiinflamatoria. Las arterias se dilatan y se liberan sustancias que actúan como atrayentes quimiotácticos, que activan neutrófilos, atraen la llegada de macrófagos, y provocan una mayor llegada de sangre. Por un lado, los mastocitos se unen a los receptores y se liberan sustancias tales como histamina, serotonina, leucotrienos, que son quimioatrayentes. Por otro lado, a través de la fagocitosis los macrófagos engloban a los microorganismos en una unidad de membrana, formando los fagosomas. A dichos fagosomas se unen los lisosomas para formar los fagolisosomas que son destruidos y eliminados.
Además de estos mecanismos de defensa, el cuerpo humano cuenta con una serie de barreras físicas y químicas que dificultan la entrada y establecimiento de los microorganismos. Entre las barreras físicas se encuentran la piel y las mucosas, que actúan como una primera línea de defensa impidiendo la entrada de patógenos. Las barreras químicas incluyen el pH ácido del estómago, que puede matar a muchos microorganismos, y las enzimas presentes en las lágrimas y la saliva, que pueden destruir a los microorganismos.