Crecimiento en plantas
Las plantas, como todos los seres vivos, crecen en tamaño y a medida que pasa el tiempo desarrollan tejidos más especializados. Como por ejemplo los tejidos reproductores que algunos vegetales no desarrollan completamente hasta que no alcanzan una edad determinada (de modo similar a la maduración sexual de animales). En biología se denomina desarrollo al conjunto de los dos factores: crecimiento en masa y tamaño corporal y especialización de los tejidos.
A diferencia de los animales los vegetales no crecen en tamaño de forma proporcional en todas direcciones. La mayoría de vegetales tienen un crecimiento direccional, hacia arriba y hacia abajo. El crecimiento primario, que es como se denomina a este crecimiento en ambas direcciones se lleva a cabo tan solo desde la punta de las raíces y la punta del meristemo apical. En estas zonas se encuentran las células no diferenciadas, con potencialidad para dar lugar a casi cualquier tejido, con unas características similares a las células del zigoto en sus primeros estadios de diferenciación.
Además de los meristemos principales, como se llaman la punta de la raíz principal y la punta del tallo principal, las plantas suelen dar otras raíces y otras ramas, que o bien salen desde el mismo punto que ésta o bien desde diferentes alturas de la raíz o rama principal. Esta capacidad de dar una rama o raíz completamente nueva a partir de un tejido supuestamente ya diferenciado otorga a los vegetales una plasticidad mayor en comparación con los animales. Esto es debido a que en los tejidos desarrollados vegetales se conservan células que no han alcanzado un grado de desarrollo elevado y todavía conservan la capacidad de generar diferentes tipos celulares, además del hecho de que una raíz o una rama contiene un menor número de tipos celulares que una extremidad de animal.
Las plantas dicotiledóneas y algunas pocas monocotiledóneas son capaces, de forma secundaria, de crecer en grosor. Este crecimiento secundario se da tanto en raíces como en la parte aérea. El crecimiento secundario es frecuente en las plantas vasculares, donde el cambrium sigue creciendo de forma continuada para abastecer la masa foliar creciente. Es frecuente que en estos árboles la epidermis se rompa como consecuencia de este crecimiento de los tejidos internos. Con este motivo este tipo de vegetales desarrollan también un cambrium suberoso o felógeno que cubre la epidermis de la planta. El felógeno es un tejido que almacena suber, este tejido puede irse acumulando encima de la epidermis de la planta e irse reponiendo a medida que el tronco crece en grosor (este tejido es lo que comúnmente se denomina corcho o corteza).
Tanto en animales como en plantas la situación de una célula es importante a la hora de decidir su destino celular. Sin embargo en las plantas esta señalización entre células parece ser más importante, en cuanto que los meristemas secundarios (que darán nuevas ramas o raices) no empiezan a desarrollarse hasta que el meristemo principal se ha alejado lo suficiente como para que las señales hormonales que desprende para impedir su desarrollo dejen de llegarles.