Funciones de las Antocianina, el pigmento rojo y azul de las plantas
Las hojas de las plantas son verdes. Esta afirmación que está sin duda en la mente de todos los animales entraña cierta dosis de mentira. Cuando nos paramos a pensar nos damos cuenta de que existen una gran variedad de colores en las hojas. Podríamos pensar que eso ocurre solo durante el otoño cuando la mayoría de ellas entran en senescencia y caen. De esta manera se asocian los colores rojizos, amarillentos y marrones con el otoño y así se enseña de hecho a los niños pequeños. Sin embargo, existen plantas que presentan otros colores en sus hojas y no es solo cuando están a punto de perderlas. Podríamos hacer trampas y nombrar a las algas pardas o a las algas rojas, pero en esta ocasión hablaremos de organismos que pertenecen al Reino Plantae.
La clorofila es el pigmento mayoritario de las hojas de las plantas. Este pigmento da el característico color verde. Sin embargo, las hojas cuentan con pigmentos secundarios que proporcionan color. Es por esto diferentes especies de plantas tienen diferentes tonos de verdes. Uno de los pigmentos presentes en las plantas es el grupo conocido como las antocianinas, que proporcionan colores que van desde el rojo hasta el púrpura o el azul. La clorofila se encuentra en los cloroplastos, interviene en la fotosíntesis y no es soluble en agua. En cambio, las antocianinas se encuentran acumuladas en la vacuola, no participan en la fotosíntesis y son solubles en agua. Además, las antocianinas no solo se encuentran en las hojas, sino que están distribuidas en todos los tejidos vegetales desde tallos y raices hasta frutos y flores dando la gran variedad de colores a esos órganos vegetales libres de clorofila verde.
Existen 11 antocianinas que se diferencian en sus radicales, aunque todas ellas comparten un esqueleto con 3 anillos aromáticos de 6 carbonos. En general, la estructura de las antocianinas les permite captar la energía del espectro del ultravioleta, protegiendo a todos los tejidos de estas longitudes de onda perjudiciales y además pueden interaccionar con formas de radicales libres de oxígeno. Ambas funciones tienen en realidad un único objetivo proteger los tejidos frente a agentes mutágenos conocidos, los rayos UV y las moléculas ROS. Por otro lado, los flavonoides -moléculas incoloras que también protegen contra los UV- al degradarse se convierten en antocianinas. Se especula que durante los meses de mayor radiación, los de verano, se van degradando hasta que aumenta el número de antocianinas hacia el final de la estación. Siguiendo esta misma línea, cuando las antocianinas se degradan, proceso relacionado con el cambio de pH del interior de la vacuola, también cambian de color. Si al sintetizarse estos pigmentos dan tonos naranjas claros, cuando se degradan el color se vuelve más intenso llegando al rojo y al púrpura propios del final del otoño. La bibliografía científica también ha encontrado relaciones entre la aparición de los colores rojizos del otoño y la mejora en el transporte de sustancias propia de la senescencia de las hojas.
En cuanto a su presencia en flores y frutos lo más probable es que el motivo sea mostrar colores de contraste con las hojas para atraer a los posibles polinizadores o diseminadores de semillas, ya sean insectos, aves o cualquier animal herbívoro.