Los delfines pueden controlar su ritmo cardíaco
Un estudio revela que los defines son capaces de controlar de forma consciente el número de pulsos del corazón. Gracias a esta habilidad pueden modular su ritmo cardíaco desde el inicio de sus inmersiones para mejorar el rendimiento y proteger los órganos que son más susceptibles al daño por falta de oxígeno o a las burbujas de gases por descompresión, el cerebro y el corazón.
El ser humano por ejemplo no es capaz d regular directamente su ritmo cardíaco. Podemos controlar la respiración para cambiar la concentración de oxígeno, por ejemplo. A través de esto es posible que cambiemos la cantidad de latidos que damos con el corazón. Hay muchas funciones que no podemos controlar directamente, son mantenidas gracias al sistema nervioso autónomo. Aunque somos capaces de controlar la respiración también podemos dejar que funcione de forma autónoma, gracias a eso no hace falta que estemos pensando en respirar continuamente. Según un estudio realizado recientemente con 3 delfines todo parece apuntar que ellos tienen la capacidad de controlar a su corazón como nosotros controlamos la respiración.
Los mamíferos tienen un reflejo, controlado por el sistema nervioso autónomo, que ralentiza el ritmo cardíaco cuando notamos agua en la cara. Sin embargo, los delfines viven ya en el agua, por lo que no pueden aprovecharse de este mecanismo para modular su actividad cuando se sumergen. Por otro lado los delfines forman parte de los mamíferos que han vuelto al agua y tienen múltiples adaptaciones para ello.
El experimento con el que se ha descubierto esta habilidad de los delfines se base en el entendimiento entre los delfines y sus cuidadores. A los delfines primero les pusieron electrodos para medir el ritmo del corazón. Luego se les enseño a realizar inmersiones de diferentes duraciones, mediante señas el cuidador le indicaba la duración de cada inmersión. El cuidador podía hacer 3 tipos de señas, una inmersión corta, de menos de 30 segundos, una de duración media, con entre 30 segundos y un minuto y medio y finalmente una que podía ser todo lo larga que el delfín quisiera.
Con este sencillo experimento se comprobó que el delfín cuando sabía el tiempo que iba a estar sumergido empezaba a regular su pulso, incluso antes de empezar a nadar. Por el contrario, los humanos que no controlamos las pulsaciones vamos cambiando el ritmo a medida que la concentración de gases cambia en nuestra sangre. Por el contrario, los delfines sabiendo cuanto estarán bajo el agua deciden unas pulsaciones medias para optimizar el uso de su oxígeno en sangre y además no experimentar la sensación de ahogo que tenemos nosotros a medida que las pulsaciones van cambiando. Además, en los experimentos se vio que la regulación no era tan buena cuando se introducían algunas variables de estrés como el ruido bajo el agua, que transtoca el sentido de la localización que tienen los delfines.
Ahora que se ha descubierto que los delfines tienen esta capacidad se abre la puerta a saber cómo lo hacen, puesto que no se conocía este mecanismo en otros animales. Cada vez encontramos nuevas habilidades en otros animales que no tenemos los humanos, otro ejemplo interesante sería la visión de las líneas magnéticas de las palomas.