Las plaquetas, las encargadas de coagular la sangre
La sangre es un tejido esencial para la vida de la mayoría de los animales. Gracias a ella en condiciones normales los tejidos obtienen el alimento y el oxígeno necesario para poder realizar sus funciones. Además, en la sangre viajan todo tipo de sustancias que han de ser transportadas por el cuerpo desde el órgano que las ha sintetizado hasta su órgano o tejido diana. Por otra parte, la medicina se aprovecha de la circulación de la sangre por todo el cuerpo para poder distribuir medicamentos desde el brazo (con una inyección) o desde el estómago (con una pastilla) a todo el cuerpo, gracias al transporte de sustancias en la sangre. Puedes leer una introducción a la sangre en el artículo que le dedicamos aquí. La sangre se puede dividir en el componente celular y en el acelular. Dentro de las células que forman la sangre encontramos tres tipos: glóbulos blancos o leucocitos, glóbulos rojos o eritrocitos y las plaquetas.
Las plaquetas son escisiones celulares con usa funciones vitales muy limitadas, sin embargo, en la sangre son las encargadas de cerrar las heridas mediante su agregación para hacer un tapón que tape el agujero. Las plaquetas no son verdaderas células puesto que no cuentan con núcleo. Se forman en la médula ósea por escisión de fragmentos de citoplasma de un tipo celular denominado megacariocito. Estas células enormes cuentan con varios núcleos y generan una gran cantidad de plaquetas a diario. En la sangre contamos con entre cuatrocientas cincuenta mil y algo más de ciento cincuenta mil de ellas y cada diez días aproximadamente se reponen todas.
La función principal de las plaquetas es cerrar las heridas que se causan en el sistema circulatorio. Cuando un vaso sanguíneo tiene un agujero, las plaquetas como el resto de componentes de la sangre, saldrán a los tejidos de forma masiva. Sin embargo, las plaquetas reaccionan a los componentes extracelulares de los tejidos activándose. Cuando una plaqueta se activa empieza la coagulación de la sangre, la plaqueta de forma amorfa se convierte en un esferoide y empieza a formar ramificaciones de su propio citoplasma que permitirán que interaccione con otras plaquetas y fibrinógeno, una proteína de la sangre, de tal manera que acabarán formando un tapón para evitar la salida de la sangre. Uno de los principales factores de coagulación conocidos y presente en las plaquetas es la trombina, lee más sobre ella y el proceso de coagulación aquí. Una vez cerrada la herida las plaquetas liberan al medio varios factores de crecimiento que estimularan la cicatrización del tejido. Las plaquetas coaguladas atraerán células del tejido conectivo para que se sitúen allí y se dividan así como a fagocitos encargados de eliminar lentamente el coagulo de plaquetas.
El correcto funcionamiento de las plaquetas es fundamental para poder cerrar las heridas cuando se produzcan, pero también para que no se formen trombos debido a un exceso de plaquetas en sangre. El número de plaquetas en sangre puede ser alterado mediante medicación para corregir tanto niveles muy bajos como excesivamente altos.