Las ideas de Lamark
En 1800, en la lección inaugural del curso que impartía en el Museo de Historia Natural de París, Lamarck propuso su teoría sobre el origen de los seres vivos. Rebatía la idea tradicional de una serie gradual descendente desde el hombre hasta el infusorio (el organismo vivo más pequeño conocido en esa época).
Bien al contrario, la naturaleza habría ido de la organización más tosca hasta las más compleja: de lo unicelular hasta los mamíferos. Esta ley de progresión (o complejificación) afectaba a las grandes masas, a la dirección general de la evolución.
La acción de las circunstancias
Para dar cuenta de la diversidad de las especies, Lamarck añadió una acción de los diferentes medios de vida: el conjunto de las circunstancias propias del medio ambiente de un animal crea unas necesidades que comportan unas determinadas costumbres. Así, los organismos desarrollan o modifican sus órganos a lo largo de su vida. Esos cambios transmitidos a la descendencia van transformando poco a poco las especies y explican su diversidad dentro de una misma clase. Los caracteres adquiridos en la vida individual se transmiten por vía hereditaria.
Explicaba así la forma particular de la jirafa:
«Se sabe que este animal, el mayor de todos los mamíferos, habita en el interior de África y vive en lugares en donde la tierra, casi siempre árida y sin hierba, le obliga a ramonear el follaje de los árboles y a esforzarse continuamente para llegar a ellos. Esta costumbre mantenida durante mucho tiempo en todos los individuos de su raza ha provocado que las patas delanteras hayan llegado a ser más largas que las traseras y que su cuello se haya alargado tanto que, sin alzarse sobre sus patas traseras, la jirafa levanta la cabeza y llega a seis metros de altura.»
En esta concepción amplia no hay lugar para el azar. Las fluctuaciones en torno a una línea de progreso general vienen determinadas por las circunstancias concretas de cada medio ambiente. El progreso de la naturaleza en la escala de la complejidad es indiscutible y debería conducir a un organismo tan perfecto como el hombre.
Hostilidad hacia las tesis de Lamarck
La teoría de Lamarck no tuvo un éxito claro. Su postura materialista sorprendió a la mayor parte de sus contemporáneos y los mecanismos propuestos parecían confusos y poco convincentes: ¿cómo justificar que haya tantas especies diferentes en unas circunstancias aparentemente parecidas? Y, ¿por qué encontramos especies parecidas en unos medios distintos? Asimismo, ¿cómo explicar los fracasos repetidos de la aclimatación de algunas especies descritas por los exploradores? Sumemos a esto que el poderoso barón Cuvier utilizó toda su influencia contra Lamarck.
No obstante, aunque fuera ampliamente rechazada, la idea de evolución se extendió por el mundo científico. Varias investigaciones teóricas y experimentales intentaron proponer nuevos mecanismos para la transformación de las especies. Por ejemplo, los franceses Étienne Geoffroy Saint-Hilaire (1772-1844) y Camille Dareste (1822-1899) intentaban encontrar las causas de las monstruosidades, y filósofos germanos como Friedrich von Schelling (1775-1854) y Lorenz Oken (1779-1851) especulaban sobre una amplia ley de desarrollo de la naturaleza.