Aves y cocodrilos, hermanos evolutivos
Aunque un niño de tres años podría contestar sin problemas si le preguntan si un cocodrilo es un ave, los estudios genéticos realizados y en consecuencia los zoólogos especialistas en este campo podrían encontrar cierto debate al respecto. La cuestión, que no planteaba ninguna duda a los naturistas y zoólogos que empezaron a ordenar los seres vivos en los diferentes taxones, aparece cuando se estudian en profundidad la historia evolutiva de los diversos grupos en cuestión, se analiza su anatomía y sobretodo se empieza a utilizar el ADN para determinar parentescos evolutivos.
Además, es importante mencionar que la genética ha desempeñado un papel crucial en la comprensión de la evolución de las especies. El análisis del genoma de las aves y los cocodrilos ha revelado una serie de similitudes sorprendentes. Por ejemplo, ambos grupos comparten una serie de genes que están ausentes en otros reptiles. Estos genes están relacionados con características como la formación de plumas, la estructura del corazón y el sistema respiratorio.
En la actualidad no hay duda del hecho evolutivo de la separación de mamíferos y aves a partir de reptiles. Los reptiles, como antecesores evolutivos de las aves, tienen ciertas semejanzas clave. Sin embargo, las diferencias entre un grupo y otro son abismales. Por otra parte, resulta curioso que la cultura popular sea capaz de emparejar antes a una serpiente, una tortuga y un cocodrilo, que no a éste último con un águila.
Los sauropsidos (el orden de tetrápodos llamado Sauropsida) incluye a los denominados reptiles y a las aves. Con anterioridad los tetrápodos incluía la clase Reptilia (los conocidos lagartos, serpientes, tortugas y cocodrilos) y las aves por separado. Hoy en día sabemos que su relación evolutiva es mucho más estrecha de lo que se pensaba. Las pruebas de ADN demostraron que estos grupos están efectivamente relacionados, corroborando las pruebas fósiles que mostraban a dinosaurios con plumas y adoptando la postura bípeda característica de las aves, así como otras características como el pico. Por su parte las aves conservan vestigios de su pasado saurio, sus patas escamosas con garras son el mejor ejemplo de ello.
Sorprendentemente la posición de las tortugas en el árbol genealógico de los reptiles también es controvertida, aunque la mayoría de estudios las relaciona más con cocodrilos y aves que con serpientes y lagartos. Estos dos últimos miembros del grupo de los reptiles son evolutivamente los más relacionados, formando los lepidosaurios. Todos juntos, reptiles y aves se consideran diapsidos, pues evolutivamente han tenido dos fosas craneales tras los ojos.
Por si las pruebas de ADN no te resultan suficientes para creer que los cocodrilos son más parecidos a las aves (tienen un antecesor evolutivo común mucho más cercano que a los otros reptiles) ahí van las características que comparten cocodrilos y aves, de forma excluyente al resto de los reptiles:
En primer lugar ambos poseen un corazón de cuatro cámaras, similar al de mamíferos, mientras que lagartos, tortugas y serpientes tienen solo 3 cámaras. En el sistema digestivo el estomago cuenta con dos cámaras, que les permite hacer una digestión muy similar. La respiración de las aves funciona en una sola dirección, gracias a tres cámaras respiratorias, de esta manera pueden mantener sus pulmones siempre oxigenados. La forma de la cadera, clave para determinar a los reptiles por la inserción de las piernas, es igual entre aves y cocodrilos y diferente de los otros sauropsidos. Finalmente, los cocodrilos dentro de los reptiles son los que tienen un comportamiento más desarrollado en el cuidado de las crías, similar al de los pájaros.
Además de estas similitudes anatómicas y fisiológicas, aves y cocodrilos también comparten comportamientos similares. Ambos construyen nidos para sus huevos, y los padres cuidan activamente de sus crías después de la eclosión, un comportamiento que es raro entre los reptiles. También tienen patrones de sueño similares, con períodos de sueño profundo y sueño REM, algo que no se encuentra en otros reptiles. Estos y otros hallazgos sugieren que las aves y los cocodrilos comparten un antepasado común más reciente entre sí que con otros reptiles, y que este antepasado tenía características que se conservaron en sus descendientes.