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Vuelven las emisiones de Clorofluorocarbonos a dañar la capa de ozono

Publicado por Ramón Contreras

En laguia2000 ya hemos hablado de gases invernadero y el efecto de algunos compuestos sobre la capa de ozono, de vital importancia para la vida. En 1989 se firmó el Protocolo de Montreal, que pretendía proteger la capa de ozono tras el descubrimiento del agujero de la capa de ozono. Lee más sobre el tratado aquí. Desde que se empezó a monitorizar el tamaño del agujero de la capa de ozono se ha observado que tiene una apertura variable. Por ejemplo, el cambio de estación afecta a la tasa de reposición del ozono. El ozono (O3) se forma de forma natural debido a la conversión del oxigeno molecular (O2) y oxigeno monoatómico en las capas altas de la atmosfera (a unos 25 km de altura) debido a la energía ionizante que proviene del Sol. El ozono a su vez utiliza la radiación solar y los rayos cósmicos para volverse a transformar en sus compuestos primarios de oxígeno. Este equilibrio estable entre las poblaciones moleculares de los diferentes compuestos permite que las radiaciones más perjudiciales para la vida no lleguen hasta el nivel de la superficie de la Tierra.

Algunos compuestos generados por el ser humano son capaces de promover el cambio de ozono a oxigeno monoatómico. Entre las más conocidas nombraríamos a los clorofluorocarbonos, concretamente el CFC-11 que estaba presente en aerosoles y aires acondicionados. Esto supone dos problemas, por una parte se pierde ozono que no detendrá radiación extraplanetaria. Por otra parte el oxígeno elemental es una especie muy reactiva de oxígeno que es capaz de interaccionar con gran cantidad de elementos, variando la composición atmosférica.

Desde que se instauró el tratado de Montreal las naciones del planeta han hecho un esfuerzo por reducir sus vertidos de este tipo de compuestos a la atmósfera, con bastante éxito para la recuperación de la capa de ozono. El CFC-11 y otros compuestos dañinos fueron prohibidos por más de 190 naciones. Las emisiones de CFC se redujeron de 350.000 toneladas anuales a algo menos de 55.000 toneladas al año tras el tratado. En la actualidad ninguno de los países firmantes produce este tipo de compuestos.

En el año 2000 el agujero de la capa de ozono tuvo su máximo histórico, desde entonces parece estarse recuperando favorablemente. Sin embargo, los estudios más actuales han vuelto a encontrar emisiones de CFC-11 por encima de los niveles de 2012, cuando llevaban años en retroceso. Es por eso que los ecólogos se preguntan si habrá algún país que estará volviendo a crear aerosoles con CFC o si será un producto no deseado que ha pasado inadvertido de la producción de otras sustancias.

El Dr. Montzka y su equipo de la División de Supervisión Global de EE. UU. publicaron en mayo de 2018 un reciente estudio en la revista Nature, donde se puede acceder a los datos recogidos durante estos años que muestran el aumento de CFC-11. También emplean la publicación de impacto para hacer un llamamiento a científicos de todos los países para que hagan sus propios muestreos de CFC-11 para comprobar las emisiones locales de los países.