La radiación ionizante y el agujero de la capa de ozono: efecto sobre los seres vivos.
La radiación de onda corta es aquella cuya longitud de onda es menor de 360 nanómetros. Se trata de una radiación muy energética que puede originar cambios drásticos sobre la materia. Se calcula que un 10 por ciento de la radiación que llega a la Tierra es de onda corta, aunque las condiciones de la atmósfera pueden cambiar esta composición. Algunas sustancias radiactivas y ciertas actividades humanas también emiten radiación de onda corta, cuyos efectos sobre los seres vivos son los mismos.
Además de las sustancias radiactivas y actividades humanas, la radiación de onda corta también puede ser emitida por fenómenos naturales como las tormentas solares. Estos eventos, aunque no son frecuentes, pueden liberar grandes cantidades de radiación de onda corta que llegan a la Tierra. Sin embargo, la mayoría de esta radiación es absorbida por la atmósfera, protegiendo a los seres vivos en la superficie.
Cuando la radiación de onda corta incide sobre una sustancia provoca la pérdida de algún electrón, y como resultado el átomo queda ionizado. Por eso se llama también radiación ionizante. Los átomos ionizados pueden entrar en nuevas sustancias químicas, y es por ello que la radiación de onda corta puede cambiar la naturaleza química de las sustancias. Este efecto es particularmente importante cuando afecta al material genético.
Formas de medir la radiación de onda corta:
A. En función de la cantidad de energía absorbida por la sustancia irradiada. Un rad equivale a 100 ergios por gramo de sustancia absorbida.
B. En función de sus efectos sobre los seres vivos. La unidad es la `exposición letal’: cantidad de radiación ionizante necesaria para producir la muerte de la mitad de los individuos de una población irradiada. En las especies más sensibles la exposición letal es más pequeña. Una especie es más sensible a la radiación ionizante cuando tiene menos protegido el material genético, por ejemplo, los organismos unicelulares son más sensibles. Además, las especies con núcleos celulares de pequeño tamaño son más resistentes, pues es más difícil que les alcance la radiación. En general, hongos y líquenes cumplen esas dos características, por lo que son muy resistentes a la radiación de onda corta, mientras que las especies acuáticas son las menos preparadas, pues al agua llega menos radiación.
La cantidad de radiación iónica que se recibe en condiciones normales es pequeña y no supone un problema. El ozono absorbe muy bien la radiación de onda corta, y de hecho, se piensa que la vida se debió originar en el agua, ya que al principio no había ozono en la atmósfera y llegaría mucha radiación a la Tierra. Los organismos estarían sufriendo mutaciones continuamente y evolucionarían muy rápido. Después, cuando las plantas empezaron a hacer la fotosíntesis, se liberaría oxigeno a la atmósfera, este absorbería la radiación ionizante para formar ozono y así se iría desarrollando la capa.
La destrucción del ozono se debe a la emisión de clorofluorocarbonos (CFC) a la atmósfera. Estas sustancias se usaban sobre todo en procesos de transferencias térmicas: aparatos de refrigeración, calefacciones. Son muy volátiles, por lo que se liberan con facilidad a la atmósfera y debido a su bajo peso llegan pronto a las capas más altas. Allí absorben radiación ionizante, se descomponen y liberan cloro. El cloro actúa como un catalizador de la reacción porque no se consume y la sigue alimentando, solo desaparece cuando la lluvia lo va lavando.
El agujero de la capa de ozono es más grande en los polos porque allí en invierno llega poca luz y el ozono no se regenera. Esto es muy peligroso para los microorganismos que viven en la superficie de los océanos, ya que son muy sensibles a la radiación, y a su vez ellos son la base de toda la cadena trófica, por lo que alteraciones en las comunidades de microorganismos provocan cambios en todo el ecosistema.
Además, la radiación de onda corta puede tener efectos perjudiciales en la salud humana. Una exposición prolongada a esta radiación puede causar quemaduras en la piel, cataratas y otros problemas de salud. También se ha demostrado que la radiación de onda corta puede causar daños en el ADN, lo que puede llevar a mutaciones genéticas y cáncer. Sin embargo, también se utiliza en medicina para tratar ciertos tipos de cáncer, ya que puede destruir las células cancerosas.
En términos de protección contra la radiación de onda corta, es importante limitar la exposición al sol durante las horas pico y usar protector solar. También es importante estar informado sobre los niveles de radiación en su área, especialmente si vive cerca de una planta de energía nuclear o en una zona con alta radiactividad natural.
Por último, es fundamental seguir trabajando en la reducción de las emisiones de CFC y otras sustancias que dañan la capa de ozono. Aunque se han hecho progresos significativos en las últimas décadas, todavía queda mucho por hacer para proteger nuestra atmósfera y garantizar la salud de todos los seres vivos en la Tierra.