Tipos biológicos
Los tipos biológicos son agrupaciones de especies, con o sin afinidad filogenética, que presentan un conjunto de rasgos similares, que en parte se han desarrollado evolutivamente como consecuencia de la selección impuesta por las características del medio. El objetivo de esta clasificación es reducir la enorme diversidad de especies en una comunidad o ecosistema a unos pocos grupos, con el objeto de analizar de una forma sencilla la organización y funcionamiento de una comunidad o ecosistemas, o bien para usarlos en modelos predictivos de sistemas ecológicos frente a situaciones de cambio climático.
Una de las clasificaciones más comunes es la de caracteres estructurales de Raunkier, que agrupa a las especies vegetales en formas de vida según la posición o localización de las yemas vegetativas en la estación más desfavorable al crecimiento:
– Fanerófitos: yemas perennes en posición claramente expuesta en relación a las condiciones climáticas. Tienen más de 25 centímetros de altura.
– Caméfitos: especies con las yemas vegetativas a menos de 25 centímetros de altura, no tan expuestas como en los fanerófitos.
– Hemicriptófitos: yemas perennes a ras de suelo.
– Criptófitos: yemas perennes enterradas en el suelo en un bulbo o rizoma, proegidas de variables climáticas extremas.
– Terófitos: plantas anuales. Sobreviven como semilla en la estación desfavorable.
– Epífitos: plantas que crecen sobre otras plantas. Generalmente sus yemas también tienen más de 25 centímetros. Son características de climas tropicales.
Esta clasificación ha permitido determinar que el porcentaje de especies de cada grupo en una comunidad varía sustancialmente de un clima a otro. Por lo general, en los climas más suaves hay más fanerófitos. Cuanto mayor es el estrés ambiental durante una época determinada del año, mayor es la protección que requieren las yemas vegetativas. Los terófitos indican que hay mucho estrés ambiental. En los climas mediterráneos, los fanerófitos y caméfitos suelen constituir el 80 por ciento de las especies presentes.
Otras clasificaciones agrupan a las especies en función de atributos ecológicos similares, las cuales se interpretan como adaptaciones a pautas particulares en el uso de los recursos según la disponibilidad de los mismos en el medio ambiente. La clasificación de McArthur y Wilson en estrategas de la r y de la k es un ejemplo de ello. Para las plantas, la clasificación de Grime reconoce tres estrategias en función de dos factores: la intensidad del estrés ambiental y la frecuencia de las alteraciones. Así tenemos:
– Estrategia competitiva: adaptaciones orientadas a la adquisición rápida de los recursos disponibles en el medio. El incremento en la capacidad competitiva suele venir determinado por una alta tasa de crecimiento y una mayor plasticidad fenotípica.
– Estrategia tolerante al estrés: adaptaciones orientadas a garantizar la supervivencia en medios pobres en recursos. Son especies con bajas tasas de crecimiento y órganos de elevada longevidad.
– Estrategia ruderal: adaptaciones orientadas a la rápida colonización de hábitats frecuentemente alterados en el tiempo y ricos en recursos. Son especies con ciclos de vida cortos y elevada producción de semillas.