Asociaciones biológicas
Los seres vivos no están aislados, sino que establecen relaciones de índole diversa entre los de la misma especie (asociaciones intraespecíficas) o entre los pertenecientes a especies distintas (asociaciones interespecíficas).
Dentro de las primeras está la asociación colonial, forma primaria constituida por la unión corporal de individuos que, por gemación, han nacido de uno primitivo. En la colonia, los componentes pueden ser todos iguales, como en los corales y madréporas, en los que cada uno de ellos realiza las funciones propias de la vida, o bien puede tratarse de una asociación colonial con división del trabajo, acompañada de una diferenciación morfológica de sus individuos. Un ejemplo interesantísimo de colonia nos lo ofrecen los sifonóforos, celentéreos pelágicos, cuyos individuos están tan especializados y son tales las relaciones fisiológicas entre ellos que pierden su individualidad, de modo que la colonia actúa como un solo individuo.
Otro tipo es la asociación sexual, en la que los integrantes se reúnen con fin procreador, mientras que en la asociación asexual hay un conjunto de individuos que se agrupan con fines diversos y que no son la procreación y cría de la prole.
Hay diferentes clases de este tipo de asociación, siendo la más notable la gregaria, por la que animales de la misma especie se juntan con fines nutritivos y defensivos, pero sin alcanzar un grado elevado de organización en la actividad general de los mismos; tal es el caso de los bancos de sardinas y otros peces. En las asociaciones de animales herbívoros que forman rebaño hay ya un principio de subordinación a uno o a varios machos de más experiencia.
Las asociaciones estatales constituyen un tipo de asociación en que hay un grado elevado de organización y división del trabajo entre sus individuos, que lleva consigo la aparición de castas, morfológica y fisiológicamente distintas; estas asociaciones forman los estados o pueblos, exclusivos de los insectos sociales, abejas, avispas, hormigas y termitas.
Entre las asociaciones interespecíficas, que pueden realizarse en diversos grados, se distinguen, en orden creciente, el comensalismo, el inquilinismo, la simbiosis y el parasitismo.
En el comensalismo, el comensal vive sobre el cuerpo o bien en el interior del huésped, alimentándose de los despojos de éste, como hacen las bacterias que viven en las heces intestinales.
En el inquilinismo, el inquilino busca guarida o protección, como es el caso del pez aguja, Fierasfer acus, que se aloja al menor peligro dentro de las holoturias, y los cangrejos que buscan refugio dentro de los mejillones.
La simbiosis consiste en la asociación de dos organismos con beneficio mutuo, como sucede en los líquenes, formados por la unión de un alga verde y un hongo; el alga sintetiza materia orgánica que pasa al hongo, mientras que éste proporciona al alga humedad y sales. La unión es tan eficiente que, mientras el alga y el hongo aislados sólo podrían vivir en sitios húmedos y sombreados, el liquen puede vivir sobre las rocas escarpadas, secas y soleadas. Las simbiosis digestivas constituyen una variedad de gran interés, realizada entre los animales herbívoros y ciertas bacterias y protozoos; los mamíferos herbívoros son incapaces de digerir la celulosa, mientras que las bacterias sí, estableciéndose una simbiosis entre éstos y las bacterias, diferenciándose en el tubo digestivo verdaderas cámaras de fermentación, donde la celulosa es transformada en ácidos grasos por las bacterias.