Animales adaptados al fuego: pirofilia. El fuego evita que las lagartijas tengan parásitos
Este verano pasado numerosos incendios han devastado gran parte del hemisferio Norte. Desde Rusia, Alemania y Canadá se han levantado grandes humaredas fruto de los incendios que han producido imágenes espeluznantes con medio mundo cubierto de humo sacadas desde la Estación Espacial Internacional. El estudio de la ecología ha revelado que muchas plantas se benefician de los incendios. Esto no quiere decir que haya que ir prendiendo fuego a los bosques porque “ellos lo agradecerán”. Los incendios pueden pasar de forma puntual y ocasional en todos los bosques, un rayo de una tormenta de verano después de meses de lluvia es muy común como causa natural. Sin embargo, en la actualidad y lamentablemente es la mano del hombre la que ha provocado este tipo de situaciones con cada vez más frecuencia.
En los sitios donde los incendios ocurren de forma frecuente muchas especies se han visto forzadas a adaptarse a ellos. Por ejemplo, pudiendo reverdecer desde los meristemos de las raíces, bulbos o similares. Otras necesitan que el calor haga abrirse a sus frutos para dispersar sus semillas. La mayoría de plantas de estas zonas presentan semillas que son capaces de resistir altas temperaturas y con señales para germinar poco después de percibirlas. En estas condiciones en las que está toda la vegetación arrasada estas semillas tendrán la oportunidad de germinar y crecer sin competencia. Esto permite la reforestación con especies autóctonas adaptadas a estas condiciones. Al conjunto de estas adaptaciones a los incendios se las conoce como pirofilia y ya hemos hablado de ello en este artículo aquí.
La mayoría de estudios de estas adaptaciones se han llevado a cabo en plantas. A fin de cuentas, las plantas como seres sésiles no pueden huir del fuego y por lo tanto son los más afectados. Sin embargo, un estudio publicado en Proceedings of the Royal Society B, durante el verano boreal de 2021 ha encontrado que algunas especies animales pueden beneficiarse también del fuego. En concreto el estudio hace referencia a que las lagartijas colilargas (Psammodromus algirus ) que habitan zonas quemadas tienen menos parásitos que las lagartijas de zonas cercanas pero no quemadas. Para encontrar esta relación se cogieron lagartijas de zonas quemadas y zonas aledañas en las que las lagartijas de la misma especie vivían entre la hojarasca. Los datos mostraron claramente que las lagartijas de bosques no quemados tenías hasta 4 veces más probabilidades de tener ácaros, parásitos de la piel que se les meten entre las escamas. Más aun, el estudio reveló que no solo las lagartijas de bosques recientemente quemados tenían menos ácaros, sino que hasta varios años después del incendio su piel estaba más sana que en las zonas sin incendios.
Finalmente, el estudio no revela las causas directas de esta relación entre incendios y menos parásitos. No concluye si es porque hay menos ácaros tras los incendios porque el fuego acaba con ellos, si el fuego tiene algún tipo de efecto en la reproducción de los ácaros o si al quemarse la hojarasca donde los ácaros esperan a las lagartijas desaparecen los ácaros. Por otro lado, podría ser que las lagartijas con más parásitos por algún motivo no sobrevivieran tanto a los incendios o que el fuego hiciera que los ácaros se desprendieran de la piel de las lagartijas. En cualquier caso es el primer caso de evidencia de que una especie animal se beneficie, aunque sea indirectamente, de u fuego en el bosque.