Adaptaciones de las plantas al fuego: pirofilia
Las plantas deben adaptarse a todo tipo de condiciones ambientales para poder colonizar el mundo. Hay plantas que se han adaptado al frio extremo de Groenlandia, o a vivir bajo el agua dulce o salada, en desiertos o en zonas de mareas con fuerte acción de viento y oleaje. Pero algo más son capaces de hacer. Existen plantas que se ven beneficiadas por el fuego. En los climas secos alrededor del mundo pueden ocurrir incendios de forma espontánea (con mucha menos frecuencia que los causados por el hombre). Existen plantas que se benefician de ello, ya sea porque el fuego les ayuda a romper la fuerte cáscara de las semillas o bien porque están adaptadas a crecer rápidamente y sus semillas, resistentes al fuego son las primeras en germinar tras un incendio. A todas estas plantas que se han observado que sacan provecho del fuego se las denomina plantas pirófilas.
En climas de carácter mediterráneo como en California o en Australia, además de la cuenca mediterránea las tormentas de rayos son comunes y por lo tanto los incendios, auque también hay este tipo de adaptaciones en Brasil, Argentina o Perú. La mayoría de plantas de esos lugares están adaptadas, de una manera o de otra, a los incendios. Existen ecosistemas en los que el fuego forma parte de las condiciones habituales. Existen varios tipos de adaptaciones a este tipo de situaciones:
En primer lugar encontramos las plantas que mantienen bajo tierra un bulbo o alguna otra forma de almacenamiento de energía a partir de la cual puede volver a dar lugar a toda la parte aérea de la planta. Estas plantas desaparecen durante los incendios pero tras ellos la velocidad de crecimiento está acelerada y colonizan de nuevo el terreno a gran velocidad. Ejemplos de este tipo de pirofília son el eucalipto, el tomillo, los brezos o el ñirre.
Sin embargo otras plantas han desarrollado unos tejidos como cortezas con mucho súber que queman muy mal, de esta manera, por ejemplo muchas palmeras, son capaces de sobrevivir a incendios moderados, mientras que las herbáceas a su alrededor quedan calcinadas. Ejemplos de esto son el pino Paraná, el alcornoque o la palmera yatay.
A continuación nos encontramos una serie de especies cuyos individuos adultos son completamente eliminados por los incendios, nada sobrevive de ellos. Sin embargo, sus semillas sí son capaces de sobrevivir o incluso en algunas el gran aumento de temperatura estimula la germinación de la planta (cuando las temperaturas vuelven a bajar). En este grupo se encuentran muchos pinos como el pino de Alepo o el pino contorta. Tanto este grupo como el de las plantas que pueden regenerarse desde el suelo suelen ser resinosas y queman muy bien, por lo que en ocasiones se las considera propagadoras de incendios, puesto que sus características hacen que el fuego se extienda.
Finalmente hay una serie de plantas que no están especialmente adaptadas al fuego, pero que sí se ven beneficiadas a su paso. En este grupo incluimos todas las plantas colonizadoras, que intervienen en la renovación de los ecosistemas y en la sucesión vegetal. Estas plantas pioneras no solo se aprovechan de incendios sino de cualquier alteración del medio.