Plantas invasoras
No todas las plantas que no son autóctonas son invasoras:
– Especie alóctona/introducida: supera unas barreras geográficas por sus propios medios, o bien por la mano del hombre. Además, no es suficiente con superar las barreras geográficas: el propágulo tiene que desarrollarse, y los individuos tienen que superar, además, la barrera reproductora.
– Especie adventicia: está allí pero no se reproduce, por ejemplo, asociada a cultivos. Ejemplos: Cercis siliquastrum, Melia azedarach.
Si la especie supera las barreras reproductoras se habla de que está naturalizada, aunque a veces la reproducción no sea tan buena como en su lugar de origen. Ejemplos: Ricinus communis, Punica granatum. Especies como las chumberas se reproducen con una facilidad extraordinaria, y son invasoras: Opuntia ficus-indica, Azolla caroliniana.
– Especie invasora: se reproduce y supera las barreras geográficas dando lugar a nuevas poblaciones. Pueden generar poblaciones en lugares alejados del punto donde fueron introducidas: Caulerpa taxifolia, Oxalis pres-caprae.
De todas las especies introducidas, solo el 1 por ciento son invasoras, y de ellas el 10 por ciento pueden llegar a alterar su medio.
Efectos de las invasoras: las especies invasoras transforman el medio, y no solo pueden desplazar a las especies nativas, también llegan a alterar los flujos de energía y nutrientes. La teoría del mutualismo clave indica que el invasor afecta sobre todo a las relaciones de cooperación: por ejemplo la hormiga argentina en España desplaza a las hormigas que entierran semillas voluminosas, lo que a la larga provoca cambios en las comunidades vegetales y pérdida de especies. El planteamiento de introducir al depredador natural de la invasora para controlarla es erróneo, ya que el ambiente es distinto y por tanto se producen nuevas relaciones ecológicas.
Otras plantas, al ser introducidas, incrementan el estrés: por ejemplo, en Sudáfrica las especies invasoras consumen tanta agua que se piensa que, tras cierto tiempo, se podrían descargar cuencas completas. Además, las especies invasoras pueden afectar a la dinámica de las perturbaciones. Por ejemplo, Imperata cilíndrica ocupa un hábitat muy restringido en la cuenca del Ebro. Cuando se introdujo en Florida, donde el fuego no es un agente natural, desplazó a la vegetación y además aumentó la frecuencia de incendios, ya que es una especie que no solo tolera esta perturbación, sino que favorece su presencia. Las invasoras también causan un gran impacto socioeconómico. Por ejemplo, Lantana camara se introdujo en la India como planta ornamental. Ahora es una plaga y, además, las vacas se intoxican al comerla. Su erradicación supone grandes costes, en torno a 924 millones de dólares anuales.
Las invasoras se encuentran entre las cinco causas principales de pérdida de diversidad biológica asociadas al cambio global. Por ello, cada vez son más los planes gestores de parques nacionales que incluyen medidas y normativas sobre plantas invasoras. La Unión Internacional para la Conservación de la Naturaleza (UICN) ha sacado un manual en el que se especifica que se debe incentivar la restauración de la diversidad biológica nativa.