Mejora genética en la Agricultura tradicional
La agricultura y la mejora genética han ido siempre de la mano. Si bien es cierto que cuando se empezaron a domesticar las especies vegetales que más adelante conformarían el alimento primordial de ser humano no se conocía la existencia de los genes, del ADN y ni siquiera de las células. En el momento en que se empezaron a seleccionar, por parte del hombre, es decir artificialmente, variedades o cultivares de determinada especie vegetal se empezó a hacer una mejora genética de las plantas.
La agricultura empezó de forma independiente en varias regiones alrededor del globo. En el Valle de Tehuacan, Méjico, se conocen hasta 10 especies que se cultivaron y mejoraron. El maíz, el tomate, las judías, la batata, diversos pimientos, cacahuetes, la guayaba, el aguacate, la calabaza y la patata. En Oriente próximo, en lo que se ha denominado el creciente fértil se domesticaron 5 especies. Tales como el trigo, la lenteja, los guisantes, las habas y la cebada. Finalmente también en el Lejano oriente, en la región de la actual Tailandia se domesticaron hasta 6 especies diferentes, de las que se tiene conocimiento. En este caso estamos hablando del arroz, el azúcar, soja, mijo, colza y cáñamo.
Todas estas especies representan en gran medida la base de la alimentación actual de la especie humana. Su domesticación y mejora supuso el paso indispensable para el asentamiento de la especie y permitió un aumento de población significativo. Llegando a multiplicar por diez la población cuando se incorporó el regadío a la agricultura en el 6000 a. C. Desde entonces las sucesivas mejoras, como la selección artificial, los fertilizantes artificiales o los antibióticos han llevado a la agricultura a cotas insospechadas por aquellos cazadores recolectores que empezaron a sembrar semillas.
La mejora tradicional se basa en la hibridación de dos especies cercanas o cultivares de una misma especie, con el objetivo de obtener un fruto que tenga las características positivas de ambas especies. Estas técnicas que requieren de muchos cruces seguidos pueden tardar años en dar resultados aparentes. El maíz, que se sigue mejorando en la actualidad fue objeto de una de las primeras mejoras, por parte de los indígenas americanos. Que más tarde fue documentada por Cotton Mather en el siglo XVIII. A finales del siglo XIX Hjalmar Nilsson publicó que era preferible que todas las plantas fueran hijas de un mismo progenitor, para mantener las características, concepto que daría lugar a las especies modernas de vegetales cultivables, que en su mayoría provienen de un único antecesor. A principios del XX, con líneas o variedades estables (descendientes de varias generaciones de un único antecesor) se empezaron a cruzar para obtener especies híbridas.
Pero la agricultura y la mejora genética tradicional llegaron a un punto de estancamiento. Hasta que a mediados del siglo XX la Revolución Verde, volvió a impulsar la producción agrícola, lee más de ella en nuestro artículo aquí. A finales del siglo XX la agricultura volvió a sufrir una revolución con las técnicas de mejora genética basadas en los conocimientos de los genomas y la función de los genes. Lee sobre ello en el artículo “Agricultura y mejora genética moderna”.