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Qué es y cómo funciona el Complejo Mayor de Histocompatibilidad

Publicado por Ramón Contreras

El Complejo Mayor de Histocompatibilidad (CMH) es el conjunto de proteínas que se sitúan en el exterior de la célula en los animales para determinar qué forma parte del organismo y qué son partículas extrañas. Gracias a esto, el organismo puede defenderse de los ataques de bacterias y virus, o cuerpos extraños, mientras que respeta las células propias. En humanos el CMH se denomina en muchas ocasiones como HLA (antígenos de histocompatibilidad leucocitarios). Los linfocitos T (leucocitos) son los encargados de “leer” el Complejo Mayor de Histocompatibilidad. Estos glóbulos blancos reconocen los péptidos del organismo y cuando detectan uno ajeno a él atacarán la célula que lo presenta. Las enfermedades autoinmunes se relacionan con problemas entre el reconocimiento de los linfocitos T y el HLA. De forma similar, el HLA es el causante del rechazo en trasplantes de órganos. Las moléculas que forman el MHC o HLA son exclusivas, no solo de una especie, sino que cada individuo tiene las suyas propias. Tan solo los gemelos idénticos tendrán los mismos genes HLA.

Las dos clases de proteínas del complejo

Pero, ¿cómo consigue el CMH formar unas moléculas únicas para cada individuo? La respuesta tiene que ver con como se transmiten los genes que darán lugar a las proteínas. Existen alrededor de 200 genes que intervienen en generar estas estructuras. Cada gen tiene entre 1.000 y 3.000 alelos dependiendo de la especie. Tanto los heredados de la madre como los del padre se expresarán en el individuo, dando una carga única para cada persona.

Estos 200 genes se encuentran agrupados en una región de alta densidad genética y es muy variable entre especies. Esta región la encontramos en el brazo corto del cromosoma 6 de humanos. Otros animales tendrán números diferentes de genes implicados. Al ser una región altamente variable, el número de genes compartidos por dos especies pueden establecer una cercanía filogenética. Esta región se divide a su vez en CMH clase I y clase II de los que puedes leer más en sus artículos. Dependiendo de si la molécula es de clase I o II se unirá a ella diferentes linfocitos T CD8+ o citotóxicos para la clase I y CD4+ o cooperadores para la clase II.

Cada proteína de membrana del HLA está formada por dos cadenas. Entre ambas se situará el péptido que presentarán a los leucocitos. Cada molécula del MHC es única y aunque puede unir gran número de péptidos, no los puede unir todos. De esta manera las diferentes combinaciones abarcarán un abanico muy amplio de péptidos que pueden presentar y cubrirán todas las posibilidades de las células propias y extrañas. Esta es una característica clave de la inmunidad. Puesto que al ser tan variable y permitir cargar diferentes péptidos en cada molécula del MHC se asegura que podrá presentar péptidos de los atacantes, aunque no los haya tratado nunca antes.

La respuesta autoinmune se genera porque los linfocitos T no reconocen los péptidos presentados como propios. De la misma manera puede ocurrir con el feto dentro de la madre (que expresa un MCH propio de la madre, pero además tiene las moléculas presentadoras del padre). Para evitar esto, durante el embarazo los fetos generan un tipo especial de MHC, las HLA-G, que permiten el reconocimiento del feto como algo a lo que no hay que atacar.