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Introducción al reino Protozoa

Publicado por Javier García Calleja

Según Cavalier-Smith los protozoos tienen entidad suficiente para formar un único grupo taxonómico, con la categoría de Reino. Como sabemos Whittaker (modificado por Margullis) los incluía en el reino Protoctista, junto a numerosas algas. Las diferencias entre algas y protozoos son en general evidentes, aunque no demasiado claras en los grupos microscópicos. En todo caso seguiremos la clasificación más actual de Cavalier-Smith.

Los protozoos son unicelulares y heterótrofos, y se clasifican tradicionalmente en cuatro filos en función de su medio de locomoción, aunque esto también está en revisión:

Zooflagelados.

Se desplazan mediante flagelos. Viven en el suelo, en el agua o en el interior de otros seres vivos. Algunos producen enfermedades, como el Trypanosoma gambiense, agente etiológico de la enfermedad del sueño.

Además de sus características principales, los zooflagelados juegan un papel importante en los ecosistemas acuáticos. Participan en la descomposición de materia orgánica y actúan como intermediarios en las cadenas tróficas. Algunos zooflagelados establecen relaciones simbióticas con otros organismos, como termitas y ciertos corales, ayudando en la digestión de celulosa y el reciclaje de nutrientes.

Sarcodinos.

Emiten pseudópodos que les permiten desplazarse y englobar partículas de alimento. La mayoría son de vida libre, pero algunos viven en hospedadores a los que provocan enfermedades. Destacan los foraminíferos, sarcodinos marinos que producen hermosas conchas de carbonato cálcico, con miles de aberturas, a través de las que se extienden los pseudópodos. Los famosos acantilados blancos de Dover (Inglaterra) se formaron por el levantamiento geológico de depósitos de estos esqueletos.

Entre los sarcodinos, las amebas son un ejemplo común, conocidas por sus cambios de forma debido a los pseudópodos. Estos organismos desempeñan un rol significativo en la regulación de poblaciones microbianas en suelos y cuerpos de agua. Los foraminíferos, por su parte, no solo poseen conchas de carbonato cálcico, sino que también contribuyen al estudio del cambio climático a través de registros fósiles.

Esporozoarios. Son parásitos que viven en el interior del cuerpo de sus huéspedes. En su forma adulta, carecen de medios de locomoción. Un protozoo de este grupo, el Plasmodium, es el agente de la mortífera malaria.

Ciliados. Los ciliados habitan en aguas dulces y saladas y representan la cima de la complejidad celular. Es muy conocido el género Paramecium. Aunque es sólo una célula, responde a su entorno como si tuviera un sistema nervioso bien desarrollado. Como su cuerpo está completamente rodeado de cilios, si encuentra una sustancia nociva o alguna barrera física, bate sus cilios y se aleja del peligro.

Parame1

Incluímos también en este reino a los Euglenoides.

Los euglenoides son microorganismos unicelulares que viven predominantemente en agua dulce y que se desplazan agitando su flagelo. Son seres extraordinariamente versátiles, porque contienen cloroplastos y pueden hacer la fotosíntesis, pero también pueden vivir sin luz, alimentándose de compuestos orgánicos. Muchos autores los consideran protozoos que han adquirido por simbiosis los plastos.

Los euglenoides, con su capacidad dual para la fotosíntesis y heterotrofía, son de gran interés para la investigación científica. Algunos experimentos se centran en su uso potencial en la biorremediación, dada su habilidad para absorber contaminantes del agua. Estos organismos representan un puente entre plantas y animales en la evolución.

 

También debemos incluir en este grupo organismos que tradicionalmente estaban clasificados como hongos.

Los mohos acuáticos y deslizantes son un grupo de organismos que se parece mucho a los hongos. Al igual que éstos, muchos poseen cuerpos filamentosos, y algunos secretan enzimas que digieren la materia orgánica sobre la que viven como saprofitos o parásitos. Sin embargo, presentan una diferencia bioquímica importante: sus paredes celulares son de celulosa, y no de quitina, como las de los hongos verdaderos. Se diferencian tres filos de estos falsos hongos:

Oomicetos o mohos acuáticos.

Grupo de organismos filamentosos: no agrupa a demasiados organismos, pero algunos han cambiado la historia. El oomiceto Phytophtora infectans asoló, en el siglo XIX, los campos de patatas de Irlanda, base de la dieta de La época. La hambruna subsiguiente mató a un millón de irlandeses y provocó la emigración de muchos otros a EE.UU.

Más allá del siglo XIX, los oomicetos continúan teniendo un impacto significativo en la agricultura moderna. Patógenos como los que afectan a cultivos de tomate y vid son combatidos con estrategias integradas de manejo, que incluyen controles biológicos y genéticos. Estas medidas son esenciales para mitigar pérdidas económicas y garantizar la seguridad alimentaria global.

Mixomicetos o mohos deslizantes acelulares.

Este grupo posee un original modo de vida. Forman plasmodios, masas de citoplasma que poseen miles de núcleos y pueden extenderse varios metros cuadrados, englobando a su paso partículas orgánicas que les sirven de alimento. Algunos plasmodios son muy llamativos por sus vivos colores.

mixomicetos

Acrasiomicetos o mohos deslizantes celulares.

Este grupo también presenta un modo de vida muy original. Normalmente viven en el suelo, como células independientes que engullen bacterias. Pero cuando las condiciones son adecuadas, emiten una señal química que atrae a las células cercanas hasta que se forma un falso plasmodio (ya que las células nunca llegan a perder su individualidad). En esta forma, los acrasiomicetos se desplazan hasta que encuentran un lugar propicio para asentarse, producir esporas y reproducirse.