Gestión de residuos de laboratorio
Dentro de las Buenas prácticas de laboratorio, la normativa que regula el modo de proceder en laboratorio. Normalmente cada laboratorio tiene unas prácticas propias además de las institucionales. Ambas se tienen que conocer antes de empezar a trabajar en un laboratorio por la seguridad propia y de los demás. Una parte importante de las prácticas correctas de laboratorio corresponde a la gestión del material de desecho que se produce durante el trabajo de laboratorio. La gestión tiene relación tanto con las instalaciones como con el personal que manipula los productos de laboratorio. Puedes leer más sobre las “buenas prácticas de laboratorio” en el artículo que le dedicamos aquí.
El primer paso para la correcta gestión de los residuos es tener contenedores adecuados para cada tipo de residuo. Cada tipo de residuos se tratará de forma diferente, normalmente en plantas especializadas. Evidentemente el más común tiene que ser uno o varios de residuos no peligrosos. En estos irán papeles, vidrio, plásticos y otros elementos que no contengan sustancias peligrosas. Dentro de un laboratorio no debería haber una basura para orgánico puesto que comer y beber dentro del laboratorio es peligroso para la salud y está prohibido.
Los residuos se dividen en tres tipos: Inertes, aquellos que no son reactivos, como minerales o tierra. Reactivos no peligrosos, que se podrían generar en otro tipo de instalaciones y finalmente los residuos especiales, ya sean tóxicos o peligrosos. Los residuos radioactivos, cancerígenos y biológicos o sanitarios tienen una legislación propia.
Un contenedor debe servir para material de laboratorio no contaminado. que aunque contengan sustancias químicas, éstas no son peligrosas. Esta categoría incluye guantes de laboratorio, pipetas, eppendorf y falcons, así como probetas y otros recipientes de usar y tirar, que son bastantes en los laboratorios.
Dentro de los residuos biologico sanitarios los contenedores se dividen para cada tipo de material.En ellos se recogen por una parte los productos químicos sobrantes del laboratorio no halogenados. Para deshacerse de otros residuos se separan aquellos que contengan productos halógenos, nocivos para el medio ambiente. A parte se recogen vidrio y agujas contaminadas, separadas de ese material que haya estado en contacto con animales o plantas tratadas, como agujas y vidrio contaminado.
Un laboratorio de biología debe tener un contenedor para residuos de peligro biológico. En él se retirarán todas cosas como bacterias, medios de cultivo, antibióticos, etc. que podrían dar lugar a cepas resistentes de bacterias. A parte deben retirarse las plantas y semillas transgénicas para evitar la introducción de plantas en un ecosistema o de nuevas variedades genéticas en una especie. Estos residuos suelen esterilizarse e incinerarse antes de entrar en la cadena de residuos normales. Las plantas no transgénicas se tirar a parte, serán trituradas y esterilizadas. Los laboratorios que emplean animales deben así mismo separar los animales tratados de los no tratados para su incineración.
Los residuos radioactivos deben recogerse en contenedores de plomo. La vida media de la mayoría de productos usados en el laboratorio es baja, desde días hasta unos pocos años, por lo que se almacena en contenedores convenientemente preparados para evitar la fuga de radioactividad hasta que ésta decae y entonces se juntan con los residuos normales.
Finalmente las sustancias líquidas que no se recogen en contenedores de halogenados y no halogenados, como tampones salinos, colorantes no tóxicos etc. Se pueden tirar por la pila con abundante agua corriente.