Migración de reptiles
La migración animal han fascinado a las personas durante muchos siglos, el hecho de que los animales pudieran trasladarse y vivir parte del año en lugares alejados resultaba muy llamativo. Los científicos han tratado de comprender los mecanismos por los cuales los animales inician y mantienen movimientos entre diferentes hábitats a través de estudios de campo e investigaciones de laboratorio. La mayoría del trabajo se ha centrado en los migrantes de larga distancia, en particular las aves, ya que la naturaleza extrema y el alcance geográfico de sus movimientos extensos inspiran curiosidad. Los esfuerzos también se han dirigido hacia la comprensión de los patrones de movimiento de los animales que tienen un valor económico, cultural o de conservación. Por ejemplo, los patrones y mecanismos fisiológicos que subyacen a la migración de peces salmónidos de valor comercial e insectos migratorios que amenazan los cultivos han sido bien estudiados, al igual que los movimientos de mamíferos terrestres de interés para la conservación. El conocimiento adquirido al comprender los patrones de movimiento animal tiene aplicaciones importantes para las estrategias de manejo y conservación.
Con la excepción de las tortugas marinas, los reptiles migrantes han recibido relativamente poca atención en comparación con los migrantes de otros taxones. Es probable que esto se deba en parte a la percepción histórica de la migración como un movimiento de viaje redondo de larga distancia y la percepción aparentemente incompatible de los reptiles como animales con bajo alcance metabólico y capacidad limitada para la actividad sostenida. Las definiciones modernas de migración son más inclusivas que las interpretaciones anteriores y reconocen que los movimientos dirigidos de un animal fuera de su área de distribución para explotar los recursos en otra ubicación específica pueden clasificarse como migración, independientemente de la distancia recorrida o si el movimiento fue unidireccional o bidireccional. Algunos autores enfatizan la migración como una adaptación impulsada por la disponibilidad transitoria y la ubicación cambiante de los recursos. Los movimientos promueven la supervivencia del organismo al asegurar que permanezca en un hábitat adecuado durante todo el año. Dados los criterios actuales, los movimientos estacionales de muchos reptiles caen dentro de la categoría de migración, a pesar de las distancias generalmente cortas recorridas.
Varias revisiones han proporcionado detalles sobre los movimientos estacionales y el papel de la migración en la historia de la vida de los reptiles. Se han documentado los movimientos entre distintos sitios de reproducción, forrajeo e hibernación para una amplia variedad de especies. Diversos autores han revisado los movimientos migratorios de serpientes, y el interés continuo en la ecología espacial de las serpientes ha generado numerosas publicaciones recientes sobre este tema. También las tortugas han despertado una fascinación que ha facilitado el estudio de sus patrones migratorios, dando origen a muchas publicaciones al respecto.
La fisiología subyacente a la migración en los reptiles, tanto en términos de rendimiento energético como locomotor (es decir, cómo los reptiles mantienen los movimientos entre hábitats), así como los mecanismos sensoriales asociados con la navegación y la orientación (es decir, cómo saben dónde están), son la base para comprender los movimientos migratorios de este taxón.