Biología

Fotoperiodo

Publicado por Ramón Contreras

Todos los seres vivos ajustan sus procesos vitales a las condiciones externas para sacar el máximo aprovechamiento del entorno. Existen varios tipos de ciclos, anuales como la migración, diarios como el sueño y la vigilia o incluso mareales, donde los animales y pantas de zonas de costa cambian sus rutinas dependiendo de la altura del mar. Las plantas, como organismos sésiles, deben sacar el máximo provecho a sus condiciones externas puesto que no pueden desplazarse para buscar otras mejores. En este aspecto uno de las condiciones externas que más condicionan a los vegetales es el fotoperiodo.

Entendemos como fotoperiodo a las horas de luz que tiene un día. Estas horas varían a lo largo del año y también dependen de la localización geográfica de la planta, no solo del paralelo (la distancia al ecuador) en el que viva la planta, sino también influyen cosas como por ejemplo si está en la cara norte o sur de una montaña o en el caso de los líquenes si está a un lado u otro de un tronco o una piedra.

El fotoperiodo es uno de los controles más importantes del metabolismo de un vegetal. La fotosíntesis, el sistema a través del cual las plantas generan energía se basa en la luz, por lo que no parece raro que sea tan importante para regular su crecimiento y desarrollo.

El fotoperiodo regula el crecimiento de las hojas y su dirección, con la intención de conseguir la mayor insolación posible. Además otros procesos como la floración o la germinación también están controlados por la cantidad de luz. Los vegetales, y en realidad casi todos los seres vivos, son capaces de determinar las variaciones en las horas de luz de un día. Cuando llega el otoño y los días se acortan muchos árboles pierden toda su estructura foliar (generada durante los meses de más iluminación), esto lo hacen por dos motivos. El primero de ellos es que mantener una masa biológica tan grande necesita grandes cantidades de energía, y al disminuir las horas de luz no van a poder hacer frente a la demanda energética. El segundo es que la disminución de horas de luz es el presagio de la llegada del frío, y para evitar el daño por congelación se deshacen de los tejidos más sensibles.

Para percibir los cambios en el fotoperiodo los vegetales tienen varios receptores, tanto en sus hojas como en las raíces. Estos receptores se denominan fotoreceptores y fitocromos. Existen varios de ellos y cada uno capta diferentes longitudes de onda de la luz.

Se pueden clasificar las plantas según estén adaptadas para “días cortos” o “días largos” dependiendo de la localización geográfica de las especies. Las plantas acostumbradas a días cortos florecen en función de sus fitocromos encargados de recibir la luz roja (como la de una puesta de sol) y la roja lejana (menos intensa todavía). Cuando reciben luz roja las plantas de día corto empiezan la floración porque la otra alternativa es la oscuridad. En cambio en las plantas acostumbradas a días largos la luz roja inhibe la floración porque es señal de que empiezan los días de otoño e invierno. Puedes leer más sobre los fitocromos y los fotoreceptores en sus respectivos artículos aquí y aquí.