Los pulmones
Se denomina pulmón al órgano interno que poseen los animales adaptados a la vida terrestre cuya función es la de intercambiar con el medio oxígeno y dióxido de carbono. Los pulmones son el principal órgano del aparato respiratorio y desde su origen, cuando los peces empezaron a intentar conquistar el medio terrestre ha evolucionado hasta alcanzar su máxima complejidad en las aves y los mamíferos. Puedes leer más sobre el origen evolutivo de los pulmones en el artículo que le dedicamos al tema en exclusiva aquí.
Localización en el cuerpo: Los pulmones son dos órganos constituido por un tejido esponjoso con la capacidad de cambiar su volumen hasta en 3 veces su tamaño. Se encuentran protegidos, junto con el corazón en la caja torácica de los vertebrados. Además están protegidos por un tejido conjuntivo de doble capa y elástico, denominado pleura que los protege del rozamiento constante con las costillas y el corazón. La separación entre los pulmones puede estar presente en algunos animales, permitiéndoles funcionar con un solo pulmón en caso de que uno de los dos sufra una despresurización, el tejido que los separa se denomina mediastino.
Anatomía: Los pulmones son órganos pares pero asimétricos, pues el pulmón izquierdo debe ser más pequeño para que se sitúe el corazón. El pulmón derecho cuenta con 3 lóbulos separados por dos cisuras. Al contrario, el pulmón izquierdo está formado por dos lóbulos con una única cisura. A su vez cada lóbulo se divide en segmentos, que serán abastecidos de aire por diferentes bronquios. El volumen medio para el pulmón de los seres humanos es entre 4 y 6 litros.
Cada lóbulo se divide en alveolos, bolsas de tejido pulmonar. El pulmón humano cuenta con unos 750 millones de ellos. Son un tejido altamente vascularizado para que se realice el intercambio gaseoso entre las arteriolas pulmonares y el aire contenido en los alveolos. Las arterias pulmonares siguen un recorrido paralelo al de las vías respiratorias, mientras que el sistema venoso no lleva un recorrido tan estricto. La superficie interna de los alveolos está formada por un epitelio ciliado. En su superficie se encuentra una mucosa que impide la entrada de sustancias nocivas al torrente sanguíneo.
El tejido pulmonar está formado por 3 tipos celulares: el tipo I es el más abundante y permite el intercambio de gases. El tipo II, menos frecuente, poseen vellosidades en su superficie y además producen sustancias surfactantes para disminuir la tensión superficial entre el aire y el tejido. Finalmente el tipo III, el menos frecuente de ellos, también ciliadas contienen gran número de mitocondrias y se encargan de nutrir al resto.
El intercambio gaseoso se lleva a cabo gracias a la diferencia de presión parcial de los gases que se intercambian, oxígeno (O2) y dióxido de carbono (CO2). La sangre que llega en las arterias pulmonares es rica en CO2 y pobre en O2. Los glóbulos rojos o eritrocitos son los encargados de llevar ambas moléculas por la sangre y debido a los cambios de pH de su citoplasma en las arterias pulmonares liberan el CO2 y cogen el O2. Puedes leer más sobre los eritrocitos aquí. Además puedes leer más sobre la hemoglobina, la metaloproteína encargada de unir los gases en el citoplasma de los eritrocitos aquí. Para profundizar en el proceso de intercambio de gases en los pulmones aquí (próximamente).