La formación del ojo y del sistema nervioso central
El tubo neural recorre el embrión a lo largo de la línea media dorsal, desde la parte anterior hasta la más caudal. Está abierto en sus extremos, y estas aberturas se llaman neuroporos. Los neuroporos se cierran a medida que el tubo neural se diferencia. Si no se cierran, se pueden producir malformaciones que en ocasiones llegan a ser mortales.
El tubo neural se va a diferenciar a nivel macroscópico o anatómico para dar lugar a diferentes estructuras, a nivel tisular, ya que desarrolla el sistema nervioso, de gran complejidad, y a nivel celular, pues de una capa de células se forman distintos tipos de neuronas.
A nivel macroscópico, el tubo neural se ensancha en la región anterior para dar lugar al encéfalo. La región posterior se ensancha menos y dará lugar a la médula espinal. Todo en conjunto formará el sistema nervioso central. En la región que dará lugar al encéfalo aparecen tres vesículas ensanchadas: prosencéfalo, mesencéfalo y rombencéfalo. La razón de este ensanchamiento es que el líquido que contien la luz del tubo, que será el líquido cefalo-raquídeo, hace presión.
A nivel tisular, las células indiferenciadas del tubo neural se empiezan a dividir. Algunas quedan pegadas a la luz del tubo, mientras que otras se van dividiendo y quedan por encima de las anteriores. Como resultado se forman dos regiones: la zona ventricular, formada por las células pegadas a la luz del tubo, y la zona intermedia, formada por células que han perdido la capacidad de división. Las células de la zona intermedia envían sus prolongaciones a la zona externa, formando la zona marginal, que dará lugar a la sustancia blanca. La zona intermedia será la sustancia gris, y la zona ventricular los ependimocitos.
A nivel celular, se tienen que formar tanto neuronas como células de la glia. En principio, una misma célula del tubo neural puede dar ambas células. A medida que avanza el desarrollo estas células se ven determinando: los neuroblastos darán lugar a neuronas, y los glioblastos a astrositos y a oligodendrocitos. Además, las neuronas tienen que extender sus prolongaciones y llegar a hacer los contactos sinápticos adecuados, y a veces este trayecto es muy largo. Para llegar a su sitio correcto, el axón presenta una expansión en la prolongación, llamada cono de crecimiento, que se va moviendo a través de la matriz extracelular y explorando el sustrato. Por otro lado, a partir de los glioblastos hay células precursoras de astrositos y oligodendrocitos.
En cuanto al ojo, la retina proviene también del tubo neural. A partir del prosencéfalo secundario han surgido dos expansiones del tubo neural que siguen extendiéndose hasta encontrarse con el ectodermo en la superficie del embrión. Se produce una inducción en el ectodermo cutáneo y la vesícula óptica en expansión, que se comunica con el tubo neural por el tallo óptico. El ectodermo se engrosa y se forma la placoda del cristalino. Después, la vesícula óptica se pliega de forma que tiene dos paredes: la externa dará lugar a la retina pigmentaria y la interna a la retina neural. La retina es el único órgano de los sentidos con procedencia neural.