La cresta neural, clave en el desarrollo embrionario
Durante la organogénesis, o formación de órganos en el embrión, las crestas neurales, derivadas del ectodermo, se sitúan a los largo de toda la extensión del tubo neural. Sus células son pluripotenciales y van a dar lugar a tejido conjuntivo, cartílago, hueso, neuronas y glia del sistema nervioso periférico y médula adrenal, entre otros.
A lo largo del embrión, se diferencian cuatro porciones de las crestas neurales: cresta neural cefálica, cresta neural cardiaca, cresta neural del tronco, y por último cresta neural sacral y vagal. Estas células van a migrar a diferentes zonas del embrión, dando lugar a diferentes estructuras según en qué zona estén.
Así, las células de la cresta neural cefálica formarán el mesénquima cráneo-facial, que en última instancia dará lugar al tejido conjuntivo, al cartílago y al hueso de la cara. Además, otra parte migra a la región de los arcos branquiales y dará lugar a las células del timo, a los odontoblastos y al cartílago de la mandíbula y del oído interno.
Por otro lado, las células de la cresta neural cardiaca darán lugar a los melanocitos, al tejido conjuntivo, cartílago, neuronal, tejidos muscular y conjuntivo de las grandes arterias, endotelio y vasos sanguíneos que discurren por los arcos branquiales, y al septo que separa la aorta y la arteria pulmonar.En cuanto a las células de la cresta neural del tronco, un grupo migra dorso-lateralmente al somito, y dará lugar a melanocitos de la piel. Otras migran atravesando el somito por la región del esclerotomo: unas células se quedarán allí, y darán lugar a los ganglios raquídeos. Otras lo atravesarán, y formarán ganglios sinápticos, médula adrenal, células de Schwan y grupos nerviosos que rodean a la aorta. Por último, las crestas neurales sacral y vagal van a formar los ganglios parasimpáticos del intestino, a los que se deben los movimientos peristálticos.