Sistema inmunológico: conceptos clave
El sistema inmunológico parece haberse adquirido tarde en la evolución. La respuesta del hospedador al ataque de un patógeno puede ser específica o inespecífica. La respuesta inespecífica consiste en una serie de barreras biológicas, químicas, físicas y generales, mientras que la respuesta específica puede ser natural o artificial. La respuesta específica natural puede ser activa: se adquiere la inmunidad tras haber superado la enfermedad; o pasiva: transmitida por la leche materna o la placenta. A su vez, la respuesta específica artificial también puede ser activa o pasiva. En la activa, el organismo produce anticuerpos tras haber sido vacunado y, en la pasiva, se han producido los anticuerpos en otro animal o in vitro y se administran mediante sueros.
Otro concepto a tener en cuenta es el de antígeno y anticuerpo. El antígeno es cualquier molécula extraña a un organismo. Generalmente tienen un peso molecular relativamente alto y una estructura compleja. Por otro lado, el anticuerpo es una proteína que produce el organismo, en concreto el linfocito B. Son las llamadas inmunoglobulinas. El sistema inmune humano está formado por una serie de células y órganos que van a producir los anticuerpos y la respuesta inmune. Todas esas células circulan por la sangre y por el sistema linfático.
Otro concepto clave para entender el sistema inmunológico es el de linfocito, que es un leucocito específico de antígeno. Los linfocitos se producen a partir de células madre hematopoyéticas que proceden de la médula ósea, también denominada órgano linfoide primario. Hay dos tipos de lifocitos:
– Linfocitos B: en los mamíferos maduran en la médula ósea, y en aves en la bolsa de Fabricio. Producen la inmunidad humoral, y son responsables de la interacción con el antígeno, producción de anticuerpos y de la memoria inmunológica.
– Linfocitos T: maduran en el timo. Se encargan de la inmunidad a nivel celular, y tienen gran importancia en el rechazo de órganos trasplantados.
Los linfocitos B y T son indistinguibles a nivel morfológico, y se diferencian por las moléculas de superficie. Ambos terminan por colonizar los ganglios linfáticos, el bazo y el tejido linfoide asociado a mucosas, que en conjunto son los llamados órganos linfoides secundarios.
Las células plasmáticas derivadas de linfocitos B producen los anticuerpos. Las inmunoglobulinas o anticuerpos son moléculas de proteína capaces de combinarse con los determinantes antigénicos. Hay de cinco clases: A, M, D, E y G, siendo estas últimas las más abundantes. Están formadas por cuatro cadenas peptídicas iguales dos a dos en número de aminoácidos: la cadena larga o pesada tiene 440 aminoácidos, y la corta o ligera en torno a 220. Están unidas por puentes disulfuro y forman una cadena simétrica, en cuyos extremos aminoterminales se localizan los sitios de unión al antígeno. Cada uno de los sitios son determinantes antigénicos. Por otro lado, los puentes disulfuro pueden ser intracatenarios, de los cuales cuatro se sitúan en las cadenas ligeras y ocho en las pesadas, o intercatenarios, que son al menos 3.