Métodos de estudio de la célula (I)
Las células son pequeñas y complejas, por ello es difícil observar sus estructuras y descubrir su composición molecular. Nuestra capacidad de ver los detalles estructurales de las mismas depende de los instrumentos de que dispongamos. De hecho, los avances sobre el conocimiento de las células son fruto de la introducción de nuevas técnicas de estudio. La Biología celular empezó con el desarrollo del microscopio óptico, hoy todavía esencial, y experimentó un extraordinario avance con el invento del microscopio electrónico y sus variantes.
Pero, aparte de ser pequeñas, las células son incoloras y traslúcidas, por lo que es necesario teñirlas con colorantes para hacerlas visibles. Esto propició el desarrollo de nuevas técnicas para la coloración y preservación de las células.
El microscopio óptico compuesto.
El ojo humano tiene un poder de resolución de 100 micrómetros, es decir, si observamos dos puntos separados entre sí por menos de 100 micras los veremos como uno solo. El microscopio óptico tiene un poder de resolución de hasta 0,2 micrómetros.
No se debe confundir el poder de resolución con el simple aumento de un objeto. Si ampliamos la fotografía de una célula 100 veces no podremos distinguir muchos más detalles que en la fotografía pequeña, pero utilizando el microscopio sobre la auténtica célula, sí podremos aumentar la resolución y percibir muchos más detalles. El poder de resolución se puede definir como la capacidad de mostrar distintos y separados dos puntos muy cercanos. Si un objeto de 0,2 micras de diámetro se aumenta 1.000 veces, se percibirá como un objeto de 0,2 mm de diámetro que puede apreciarse fácilmente.
Con el microscopio compuesto pueden obtenerse más de 1.000 aumentos pero no se puede obtener una mayor resolución del objeto.
El poder resolutivo de cualquier microscopio está limitado por la longitud de onda utilizada, es decir, la radiación de una longitud de onda determinada no puede utilizarse para examinar detalles estructurales mucho más pequeños que su propia longitud de onda. Así pues, el límite máximo de resolución de un microscopio óptico está definido por la longitud de onda de la luz visible, ya que ésta es la radiación que utiliza.
En la práctica esto equivale a decir que aunque podamos aumentar una imagen por métodos ópticos 2.000 o 3.000 veces, de nada nos sirve, pues no veremos nítidamente aquello que hemos aumentado: el poder de resolución y no la capacidad de aumentar un objeto es el límite real de los aumentos conseguidos por el microscopio óptico.
En la práctica, las bacterias y las mitocondrias, con 500 nm (nanómetros) de diámetro, aproximadamente, son las estructuras más pequeñas que se pueden observar con nitidez al microscopio óptico.