Las leguminosas
Las leguminosas son una familia del orden de las Fabales. Científicamente llamadas Fabaceae o Leguminosae, dependiendo del autor. Las legumbres junto con los cereales han sido la base de la alimentación humana de forma tradicional.
Su distribución es cosmopolita, es decir, mundial. Son las plantas más frecuentes en los bosques tropicales de América y África. Esta gran distribución es la que ha hecho posible que sea la tercera familia más prolífica de plantas en nuestro planeta, puesto que contiene unas 19.400 especies distribuidas en más de 700 géneros. Las dos primeras son las Asteráceas (Asteraceae, plantas compuestas como la alcachofa o la lechuga) y las Orquídeas (Orchidaceae).
Descripción: Se distinguen fácilmente por su fruto, técnicamente llamado legumbre (como las judías o las lentejas), sus hojas alternas, frecuentemente compuesta y con estipulas. Su porte es muy variado, hay leguminosas tanto arboles, más comunes en las zonas tropicales, como arbustos, trepadoras y hierbas perennes, más comunes en las zonas extratropicales.
Además de su importancia en la alimentación, las leguminosas también juegan un papel crucial en el mantenimiento de la salud del suelo. En efecto, las leguminosas son conocidas por su capacidad de mejorar la fertilidad del suelo a través de un proceso conocido como fijación de nitrógeno. Este proceso es esencial para el ciclo de vida de las plantas, ya que el nitrógeno es un componente vital de las proteínas y el ADN.
En la agricultura no industrializada las leguminosas son indispensables para la rotación del cultivo. En esta técnica se van alternando cultivos de diversos alimentos de tal manera que cada uno aporta y extrae al suelo unos nutrientes determinados. Así, se aprovecha de manera más eficiente el abonado que necesitan estos cultivos. Las leguminosas son capaces de fijar nitrógeno atmosférico, una actividad muy rara en el reino vegetal. El nitrógeno es indispensable para formar proteínas puesto que todas ellas poseen un extremo N terminal (en un extremo de una proteína hay siempre un grupo amina, NH2). Así pues, las leguminosas fijan nitrógeno dejándolo en el suelo accesible para que otras plantas puedan absorberlo. Este sistema lleva mucho tiempo en uso en la agricultura convencional, pero en realidad las leguminosas son solo la mitad del sistema de fijación del nitrógeno.
Fijación de nitrógeno: para que las leguminosas lo fijen es necesario que establezcan una simbiosis con bacterias principalmente de los géneros Rhizobium o Azotobacter. Son estas bacterias las que cuando infectan las raíces, más frecuentemente, o los tallos de una leguminosa permiten la fijación del nitrógeno. Esta simbiosis que aporta nitrógeno a la planta y carbohidratos y protección de exterior a la bacteria solo pasa en leguminosas del mismo modo que solo algunos géneros de bacterias son capaces de establecer esta simbiosis. Esta coevolución entre bacterias y angiospermas es muy antigua y actualmente está moderadamente especializada, una misma especie de bacteria puede infectar a varias especies de leguminosas y viceversa. Durante la “infección” se forman unos callos o nódulos (rizobios) que pueden ser indeterminados cilíndricos y ramificados (característicos de los climas templados) o determinados esféricos (en los climas tropicales o subtropicales).
Las plantas de la Familia Fabaceae están ampliamente explotadas por el ser humano. Al uso alimentario tanto de humanos como de animales domésticos tiene que añadirse el uso industrial que tienen algunas de ellas por ejemplo para obtener la goma arábica o la goma guar; y para obtención de tintes como el guamúchil que da amarillo o el índigo o añil que da nombre al color que se extrae de él.
Además de su uso alimentario e industrial, las leguminosas también tienen un papel importante en la medicina tradicional. Muchas especies de leguminosas se utilizan en diferentes culturas por sus propiedades medicinales. Por ejemplo, las semillas de fenogreco se utilizan en la medicina ayurvédica para tratar la diabetes y el colesterol alto. La corteza del árbol de acacia se utiliza en la medicina tradicional africana para tratar la malaria y otras enfermedades.
Pero cuando se habla de leguminosas no hay que pensar solo en frijoles o guisantes, también es una leguminosa el maní o cacahuete. Además una muy interesante puesto que su flor se hunde en el suelo y el fruto empieza a crecer de forma subterránea. O en la alfalfa o el algarrobo, que no solo por su fruto comestible sino por ser plantas que las abejas emplean para producir la rica miel. No podemos dejar de mencionar el ceibo, esta leguminosa da la flor nacional de Argentina y Uruguay. La lista de leguminosas conocidas por cualquiera nos puede dar una idea de lo importantes que son para el ser humano.
Es importante destacar que las leguminosas también son esenciales para la biodiversidad. Albergan una gran variedad de insectos y otros animales que dependen de estas plantas para su supervivencia. Además, algunas especies de leguminosas son fundamentales para la regeneración de los suelos degradados, ya que ayudan a prevenir la erosión y aportan nutrientes al suelo. En resumen, las leguminosas son un grupo de plantas con una gran importancia tanto para los ecosistemas naturales como para la agricultura y la alimentación humana.