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Greenpeace, premios Nobel y transgénicos

Publicado por Ramón Contreras

La carta que más de 100 ganadores del prestigioso premio Nobel para que Greenpeace cambie su punto de vista respecto a los transgénicos ha vuelto a poner en el candelero un tema que lleva décadas debatiéndose, la seguridad de los transgénicos. Ante todo hay que constatar que la agencia internacional europea EFSA, un organismo internacional sin vinculaciones políticas, ha ratificado que los transgénicos que hay en el mercado son tan seguros para la vida humana y animal como sus contrapartes no transgéncias. Además no existe ninguna evidencia de que los transgénicos hayan causado ninguna enfermedad, como se les suele adjudicar como el cáncer u otras. Más al contrario, cada vez son más los estudios en contra de los transgénicos que son pillados falseando datos (dos estudios han sido encontrados en esta situación en 2015 y 2016).

Especialmente la carta de los premios Nobel hace referencia a la introducción de arroz dorado, del que nosotros ya habíamos hablado aquí. Según los datos que se barajan alrededor de 2,7 millones de niños podrían no morir o quedar ciegos de por vida debido a la malnutrición si se permitiese el cultivo del arroz dorado. La carta encabezada por los ganadores del premio Nobel de Medicina y fisiología de 1993 Richard Roberts y Phillip Sharp, intenta hacer entrar en razón a Greenpeace, puesto que es la principal organización mundial ecologista que de forma tradicional ha luchado contra la implantación de los transgénicos. En su carta los premios Nobel argumentan que la labor de Greenpeace está siendo anticientífica y peligrosa, puesto que se basa en campañas de miedo contra los transgénicos en lugar de contar con una base científica de los supuestos problemas que se asocian a este tipo de alimento.

Cabe decir que el arroz dorado, así como otros cultivos transgénicos han superado todas las pruebas judiciales y sanitarias que se les han hecho para su introducción en el campo, pero las campañas de publicidad negativa han influenciado mucho en que este producto, que existe desde hace más de 10 años, no haya sido todavía puesto en marcha.

En otros lugares del mundo, como en África, los agricultores son los que piden la posibilidad de utilizar, o al menos probar, variedades trasngénicas que sean capaces de crecer en sus campos con insuficiencia hídrica y con menor cantidad de abono. Sin embargo, las presiones de los lobbys ecologistas han impedido que los agricultores opten a este tipo de alimentos.

En contestación a la carta a favor de los transgénicos Greenpeace hizo un comunicado en el que decía que el arroz dorado no ha demostrado que funcione en la lucha contra la deficiencia de vitamina A (aunque existan numerosos estudios favorables al respecto). Dando como alternativa a las condiciones de malnutrición de países como Filipinas una dieta variada en lugar de una basada en un transgénico. Cabe decir que los estudios realizados demuestras que la vitamina A procedente del arroz dorado se absorbe mejor que la de las espinacas (uno de los alimentos más ricos en vitamina A) y que el 90% de la población de los países asiáticos afectados viven en unas condiciones de pobreza que impiden la adquisición de una gran variedad de alimentos.