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La reproducción. Reproducción asexual.

Publicado por Javier García Calleja

Los individuos alcanzan un momento en que sus funciones vitales decrecen, llegando finalmente a la muerte. Las funciones de reproducción permiten que una parte del individuo escape a la destrucción, asegurando así la supervivencia de la especie.

Todas las células de los organismos más inferiores son capaces de reproducirse, pero a medida que las células se van diferenciando, se origina una división del trabajo, apareciendo los órganos vegetativos, encargados normalmente de la nutrición, y los órganos reproductores, a los que se encomiendan la formación de células germinativas especiales que se separan del cuerpo y son causa de nuevos individuos. Estas células pueden ser gametos o esporas.

Es posiuble que los órganos vegetativos adquieran en ciertas condiciones facultades reproductoras, dando lugar a retoños pluricelulares formados por un conjunto de células vegetativas que se desprenden y originan un nuevo ser.

Según esto, la reproducción puede ser asexual o sexual. En la reproducción asexual el nuevo ser procede de masas de células vegetativas que hacen vida independiente o bien procede de esporas, siendo en el primer caso la reproducción vegetativa y en el segundo por esporulación.

Multiplicación vegetativa de los vegetales.

Todos los vegetales poseen reproducción asexual vegetativa. En las plantas inferiores tienen muy acentuada esta facultad.

  • Los musgos producen porciones llamadas propágulos, que se hallan constituidos por varias células vegetativas que se desprenden y forman un nuevo musgo.
  • Los liqúenes, que recubren las rocas y los árboles, engendran soredios, compuestos por un manojo de hifas del hongo con unas cuantas algas unicelulares, y ciertos hongos, como el cornezuelo del centeno, originan esclerocios, que no son más que una masa muy apretada de hifas con vida latente, las que están a la espera del paso del invierno para su germinación.
  • Las plantas con flores tienen la yema como brote destinado a la reproducción vegetativa. Esta yema está constituida por tejido meristemático, embrionario, totipotente, todavía no diferenciado y defendido por hojas escamosas. La patata y la chufa forman abultamientos feculentos (tubérculos) en los extremos de sus tallos subterráneos. Los tubérculos llevan yemas (los llamados ojos) que, al desarrollarse, dan nacimiento a una nueva planta.

Multiplicación de los Metazoos.

Esta modalidad reproductora sólo se da en aquellos organismos cuyas células están poco diferenciadas o bien que poseen células embrionarias totipotentes. Estas condiciones se dan en las esponjas, celentéreos, gusanos y equinodermos, así como en las formas embrionarias de todos los animales, incluyendo los mamíferos. Las maneras de multiplicación vegetativa son la gemación o gemiparidad y la escisión o escisiparidad.

  • Reproducción por gemación: En los Celentéreos hay muchas especies que producen yemas que se desprenden y viven activamente, como ocurre en la hidra de agua dulce. El poliqueto Syllis ramosa provoca yemas laterales que se convierten en sendos poliquetos, dando la impresión de una red de delgados filamentos. También se forman yemas que quedan adheridas al organismo que las ha originado, organizándose así las colonias de celentéreos y briozoos.
  • Reproducción por escisiparidad. El animal se divide en dos partes, cada una de las cuales regenera la que falta. La división de los embriones o poliembrionia, descubierta por P. Marchal en 1 898 en un himenóptero cuyos huevos se desenvuelven en las larvas de determinadas mariposas, es un fenómeno de gran interés biológico. Un embrión único se transforma en otros muchos por estrangulaciones repetidas, dando cada uno de ellos un individuo que se desarrrolla dentro de un mismo huevo. Igual sucede en el armadillo (Tatusia) y en la especie humana; los gemelos idénticos tienen este origen.

Reproducción por esporulación. Esta modalidad reproductora se da en los procariotas, los vegetales, los hongos y los protozoos. La espora representa una célula resistente a las condiciones ambientales desfavorables, formándose en esporangios, en los vegetales.