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Sonidos graves y agudos, ¿cuáles oímos los mamíferos?

Publicado por Ramón Contreras

Los animales poseemos diferentes capacidades de audición. Esto es debido a que hemos evolucionado para emplear más o menos nuestro sentido del oído para detectar la presencia de posibles peligros y beneficios. El rango de escucha humano es limitado, encontramos animales capaces de escuchar sonidos que para nosotros no existen tanto más agudos como más graves. En términos físicos, el sonido lo medimos con dos magnitudes. Por un lado tenemos la frecuencia y por el otro los belios (o su subunidad más común los decibelios, que son 0.1 belios). Los belios miden la intensidad del sonido (el volumen). Estos últimos los veremos en otro artículo aparte, aquí (próximamente).

La frecuencia se mide en hercios (Hz) y es el número de fluctuaciones de la onda sonora por segundo. Los oídos de un humano joven y sano captan sonidos con una frecuencia entre 20 y 20.000 Hz. Los sonidos más agudos fluctúan más rápido, por lo que tienen una frecuencia de entre 2.000 y 20.000 Hz. Por otro lado los graves oscilan entre los 20 y los 250 Hz. Por debajo de los 20 Hz estarían los infrasonidos, y por encima de los 20.000 Hz los ultrasonidos.

Las orejas es una de las características de los mamíferos que les hace poder escuchar mejor

Si te sirve el símil para entender como funciona la frecuencia del sonido, es como ver las olas en el agua. Tendríamos olas altas y muy seguidas para sonidos agudos (frecuencia alta) y olas bajas y muy espaciadas para los sonidos graves (frecuencias bajas). Las olas altas y muy seguidas son más fáciles de ver, y los sonidos agudos son más fáciles de oír, mientras que las olas bajas y muy separadas serán más difíciles de ver, al igual que los sonidos graves son más difíciles de escuchar.

El oído humano pierde con la edad la capacidad de captar los sonidos agudos. En el órgano de Corti, en el oído interno, se encuentran unas células ciliadas que reciben las ondas de sonido. Los cilios (vellosidades en la superficie de la célula) se mueven en función de la frecuencia del sonido. El movimiento de los cilios producirá la síntesis y liberación de un componente químico que genera el impulso nervioso que activará al nervio acústico. Este impulso nervioso irá posteriormente al nervio auditivo y finalmente al cerebro. Sin embargo, estas células ciliadas van muriendo con la edad, siendo las de los sonidos agudos las primeras en desaparecer porque son las que más se activan y más se dañan con los ruidos fuertes.

Si hemos dicho que los humanos escuchamos sonidos hasta de 20.000 Hz (20 KHz), otros animales tiene capacidades distintas. A rasgos generales los vertebrados no mamíferos no son capaces de oír sonidos por encima de los 10.000 Hz. Las aves tienen un rango entre 8.000 y 12.000 Hz. Mientras que los peces, anfibios y reptiles apenas oyen por encima de los 5.000 Hz. Los mamíferos de hábitos subterráneos son los únicos animales que no son capaces de escuchar por encima de los 10 kHz. Esto es debido a su estilo de vida y a la reducción de sus orejas.

Es común que los pequeños roedores empleen frecuencias muy altas de sonidos para comunicarse, cercanas a los 100 KHz. Los gatos, acostumbrados a cazar roedores son capaces de oír estos sonidos, mientras que los perros, cuyas presas son otras, no pueden oír sonidos tan agudos, por ejemplo. Finalmente, tenemos a los animales que usan sistemas de ecolocalización son capaces de oír sonidos de frecuencias muy altas, muchas especies de murciélagos son capaces de oír en este rango y dentro de los mamíferos acuáticos los delfines tienen un rango muy amplio desde los 20 Hz hasta los 150KHz, mientras que las ballenas se han especializado en infrasonidos, por debajo de los 20 Hz para comunicarse.