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Las bacterias del intestino han evolucionado con nosotros dependiendo de nuestra dieta y nuestra cultura

Publicado por Ramón Contreras

Dime con quién andas y te diré quién eres. Tras ese refrán se encuentran grandes verdades a muchos niveles. Incluso a nivel microscópico. Un estudio reciente muestra las variaciones de la microbiota, las bacterias que viven en nuestro sistema digestivo, dependiendo de donde vivamos y los desplazamientos de las poblaciones humanas durante la historia. Donde vivimos y nuestro estilo de vida son determinantes de salud, esperanza de vida y otras variables vitales. La alimentación cada vez es más importante en determinar estas cosas y los estudios siguen saliendo aumentando el peso que una buena alimentación o una buena cultura nutricional tienen sobre nuestro cuerpo. Por ejemplo, aquí hablamos de como el cerebro interacciona con la flora bacteriana del digestivo para trabajar juntos.

Cada especie animal tiene una microbiota que se adapta de forma específica a su forma de vida, a su alimentación. El ser humano, como todos los animales, posee una flora intestinal especializada a su dieta omnívora y que es exclusiva de la especie humana. Como ejemplo, un estudio del que ya hablamos nosotros el año pasado (2021) aquí demostró que hace 2.000 años la flora bacteriana del ser humano era diferente del humano actual y que podía ser clave para entender algunas enfermedades digestivas actuales. Una de las cosas que muestra ese estudio es que las personas de culturas industrializadas tienen una riqueza bacteriana menor en su intestino. Esto quiere decir que son capaces de digerir o sacar el máximo provecho de menor cantidad de alimentos.

La biota de cada individuo es fruto de la evolución de su población y su propia dieta. Un estudio analizó la biota del intestino de más de mil personas de diverso origen, tanto en continente como en cultura. Se han encontrado hasta 60 especies bacterianas que presentaban diferencias evolutivamente interesantes en los intestinos humanos. Estas especies se han adaptado al ambiente, a la dieta típica de cada cultura. La transferencia de las bacterias que no pueden vivir fuera de los hospedadores es muy rápida y la adquirimos con la edad. La principal fuente de bacterias serán los familiares y en menor medida el entorno cercano y las fuentes de agua y comida que se comparten. La transmisión madre-descendiente es la más potente de todas. Gracias a ello, las cepas bacterianas han podido pasar de generación a generación de humanos adaptándose paulatinamente a los cambios sociales.

Pero no todas las bacterias están tan aferradas al ser humano. Algunos de los componentes de la biota pueden vivir sin hospedador. Estos son los que menos coevolución han mostrado en los estudios del genoma bacteriano. Estas bacterias que son capaces de vivir fuera del ser humano no se han especializado tanto, lo que refuerza la teoría de una coevolución en las bacterias que presentan cepas diferentes dependiendo del continente y de la cultura de la persona. Cada vez son más los datos que muestran que no solo a corto plazo la relación dieta y microbiota son importantes. El estudio Suzuki et al. “Codiversification of gut microbiota with humans” Science (2022), ha demostrado una evolución compartida entre el ser humano y sus bacterias durante miles de generaciones y cientos de miles de años. Estos estudios serán muy importantes para tratar las enfermedades intestinales florecientes, puesto que cada vez se relacionan con mayor correlación con determinadas cepas bacterianas o la ausencia de ellas.