El ambiente acuático: tipos de lagos y efecto del dióxido de carbono
La calidad del agua en un lago depende de la fotosíntesis, que a su vez depende de las condiciones ambientales. En una zona de fotosíntesis intensa se produce materia orgánica y, aunque una parte caer al fondo, otra se queda en superficie y como consecuencia los lagos son muy turbios, con muchas partículas en suspensión, y en ellos la luz penetra poco, limitando la fotosíntesis en profundidad. Esto produce la generación de dos partes claramente diferenciadas: una capa superior o zona eufótica en la que llega más luz, hay más fotosíntesis y sobra oxígeno; y una inferior, o zona afótica, con déficit de este elemento ya que la respiración supera a la fotosíntesis. Entre ambas se localiza el llamado punto de compensación, en el que el consumo de oxígeno iguala a la producción. Este tipo de lagos son los lagos eutróficos.
En los lagos oligotróficos la fotosíntesis es menos intensa, lo que implica que el agua es más limpia y transparente y que la luz penetra a mayor profundidad. Probablemente, la fotosíntesis en estos lagos no se vea limitada por la falta de luz. El punto de compensación se sitúa a mayor profundidad que en los lagos eutróficos y la zona afótica es más pequeña. Tienen más oxígeno disuelto y el agua es de mayor calidad desde el punto de vista humano.
El dióxido de carbono en los lagos: los organismos fotosintéticos en el agua no tienen acceso al CO2 de la atmósfera y lo deben encontrar disuelto en el agua. Aunque este elemento es soluble, el problema es que en seguida experimenta transformaciones que hacen que no se encuentre en forma de CO2, sino en forma de iones intermedios como carbonato o bicarbonato. Además, hay variaciones en estos elementos según el pH: en las aguas alcalinas – las más frecuentes-, apenas hay CO2 y abunda el carbonato y el bicarbonato. Esto determina la composición de las comunidades acuáticas: por ejemplo, los musgos son incapaces de aprovechar el bicarbonato, y por lo tanto viven en aguas ácidas. Por otro lado, los organismos fotosintéticos que son capaces de descomponer el bicarbonato producen como consecuencia carbonato de calcio que se deposita y origina las calizas.
El pH no solo varía la disponibilidad de dióxido de carbono en el agua, sino que también determina la solubilidad del fósforo. Además, las enzimas tienen un pH óptimo para funcionar. La actividad humana, en concreto la quema de combustibles fósiles que contienen azufre, ha provocado fenómenos de lluvia ácida que afectan al pH de las masas acuáticas, especialmente a las continentales que tienen menos sales. En el océano, la gran concentración de sales hace un efecto de tampón que amortigua la caída del pH. Zonas como Escandinavia, que recibe aire contaminado del Reino Unido, están muy afectadas y en ellas hay muchos lagos oligotróficos.