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Características del tejido adiposo blanco

Publicado por Ramón Contreras

Tanto a nivel anatómico como fisiológico e histológico se pueden observar dos tipos de tejidos adiposos que a simple vista se diferencian por el color. El más común en los individuos sanos adultos es el tejido adiposo blanco, o grasa blanca. De hecho, su existencia es una de las ventajas evolutivas que consiguieron los mamíferos como animales de sangre caliente que permitió una revolución y la consecuente dispersión y éxito del grupo. En un humano adulto y sano el cuerpo debe contener alrededor de un 20% de grasa para hombres y un 24% para mujeres. Casi la totalidad de ella está compuesta por grasa blanca. Los que llamamos grasa en realidad es el tejido formado por las células adiposas que almacenan en su interior gotas de lípidos. Puedes leer más sobre el tejido adiposo aquí. Puedes leer más sobre las caracteristicas propias del tejido adiposo marrón o pardo en su artículo aquí (próximamente).

El tejido adiposo blanco es la principal reserva de energía del cuerpo. La insulina en la sangre sube a causa de la entrada de nutrientes en el torrente sanguíneo desde el sistema digestivo. En el tejido adiposo blanco la insulina activará a los lipocitos para que activen sus enzimas lipasa. Tras una cascada de desfosforilación las lipasas empezarán a degradar los lípidos que se encuentran en el torrente sanguíneo para reducirlos a ácidos grasos -moléculas más sencillas- que van a poder captar y transformarán en triglicéridos y ésteres de colesterol que mantendrán un estado semilíquido. Estas moléculas se agruparán formando una única gota de grasa dentro de cada célula, llegando a representar casi la totalidad del volumen celular -cerca del 95%- y desplazando a todos los orgánulos. Aunque antes se creía que el glucagón (la enzima que junto con la insulina regula la concentración de glucosa en la sangre) tenía efecto sobre el tejido adiposo pero estudios modernos no han encontrado la relación a nivel molecular entre ambos.

El cuerpo de los animales emplea además estos reservorios de grasa para acolchar diferentes zonas del cuerpo que necesitan cierta maleabilidad, como por ejemplo las palmas de las manos. Esta grasa es subcutánea y se interpone entre el músculo y la piel. El músculo que articula el dedo gordo cuenta con una capa de grasa protectora para evitar el daño en el músculo por heridas en esta zona tan común para ellas. La capa de grasa subcutánea también sirve en muchas especies para aislar térmicamente al individuo del exterior. Esto es más fácil de ver en animales de regiones frías. Además, se emplea tejido adiposo blanco en zonas de alto rozamiento como las axilas o como tejido de relleno, para las cuencas de los ojos, los carrillos o rellenar huecos entre las vísceras.

Algunos órganos tienen tejido adiposo que los acompaña. Por ejemplo, el corazón cuenta con grasa protectora y como reservorio próximo de energía. Los riñones también cuentan con tejido graso para su protección y aislamiento térmico.

Por otra parte el exceso de grasa se acumula de forma diferente entre hombres y mujeres, siendo el vientre la zona común en hombres y en las mujeres en los muslos, puesto que así durante el embarazo el vientre puede crecer sin problemas.