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Nueva técnica de Edición genética en cloroplastos

Publicado por Ramón Contreras

Que los transgénicos han llegado para quedarse ya lo hemos anunciado en multitud de artículos. Las tecnologías para producir este tipo de organismos son muy variadas y proveen al ser modificado de una característica única, normalmente externa, que otorga un nuevo valor a la variante o cepa en cuestión. Esta modificación puede ser sutil, si es un cambio de una única base del ADN, o puede ser mayor, si cambia o añade un gen o conjunto de genes nuevos. Hasta ahora las modificaciones de genes completos eran muy frecuentes, puesto que resultaban más fáciles de observar y seguir. Además, estas modificaciones otorgan una ventaja o característica completamente nueva. Por el contrario las variaciones de una única base nitrogenada son cambios sutiles, que en realidad podrían darse de manera azarosa por la simple deriva genética de la evolución. Ahora bien, lo difícil en estos casos es conseguir mutaciones beneficiosas en los organismos con estos cambios puntuales de tal forma que sean apreciables en términos de eficacia.

La legislación sobre organismos genéticamente modificados (OGM) varía de país en país. Por ejemplo EE. UU. y Japón solo consideran seres modificados a aquellos cuyo material nuclear esté alterado. Esto deja la puerta abierta a modificaciones del material genético de mitocondrias y cloroplastos para evitar las fuertes regulaciones y sobretodo los plazos de espera antes de autorizar la venta de los OGM. La legislación sobre los OGM tiene una razón de ser y ayuda a evitar posibles accidentes ecológicos en ocasiones y en otras ayuda a asegurar la seguridad alimentaria. Sin embargo, la legislación es desigual puesto que estos preceptos no han de ser seguidos si se genera una especie por medios convencionales. Esto genera una situación de desigualdad de oportunidades que en ocasiones se trata de soslayar mediante el seguimiento riguroso de las normativas.

Un equipo de investigación Japonés ha publicado en la prestigiosa Nature Plants una técnica que introduce en el genoma de la planta unos genes especiales denominados ptpTALENCD. Estos genes que se encuentran en el genoma (y por lo tanto estas plantas se consideran modificadas) son capaces de alterar a su vez la secuencia de ADN de los cloroplastos mediante cambios de bases puntuales y dirigidos por secuencias concretas. La parte interesante de todo esto es que al reproducir estas plantas pueden seleccionarse descendientes que contengan las variaciones del genoma de cloroplastos, pero no del genoma nuclear. Así, estas plantas de segunda generación o sucesivas, no se considerarían OGM y podrían salir al mercado con la misma facilidad que otras nuevas variedades.

Por un lado esta técnica permite cambios sutiles en el ADN del cloroplasto. Esto tendrá sus limitaciones en cuanto a las características nuevas que se podrán otorgar a las plantas. Sin embargo, el cloroplasto al ser el orgánulo encargado de la generación de energía y la conversión de luz en materia orgánica se espera que estas modificaciones puedan hacer avances sustanciales en procesos clave. Como valor adicional, los cloroplastos se transmiten a la descendencia solo por línea materna. Esto hará que las mutaciones no se dispersen en el polen y las plantas modificadas queden reducidas a la dispersión de las semillas, evitando fugas de OGM al medio natural. Por otro lado, este tipo de técnicas para evadir la legislación más estricta solo funcionará en determinados países y solo hasta que cambien la ley. En cualquier caso esta nueva herramienta de modificación genética abre un nuevo capítulo a la edición de genes que seguro que veremos cada vez más durante el siglo XXI.