Dinosaurios e ingeniería genética
La novela de 1990 Parque Jurásico y su película de 1993 dejaron ver un posible futuro en el que los avances en ingeniería genética y otros campos de la biología permitían traer a la vida especies extintas, y no cualquier animal, sino Dinosaurios. Algo más tarde de la aparición de éstas historias, las técnicas para secuenciar un genoma entero avanzaron en gran medida. El Proyecto Genoma Humano finalizó en el 2000, y desde entonces se han secuenciado varios genomas de otros seres vivos. El primer clonaje exitosos de un vertebrado (la famosa oveja Dolly, 1996) parecía abrir la puerta a un nuevo universo biotecnológico, como el de las historias de Michael Crichton.
En 1993 se publicó en la revista Nature, por Poinar y colaboradores, la amplificación y secuenciación de un escarabajo de unos 125 millones de años. Recuperando secuencias de 300 pares de bases de unos pocos genes con gran expresión. Aunque sí se ha obtenido ADN de insectos embebidos en ámbar, éste siempre ha sido de los propios insectos y no de los animales a los que les chupaban la sangre. Puedes leer más sobre el ADN fósil, el que se recupera de restos antiguos, en su propio artículo aquí (próximamente).
Estudios de 2012 presuponen que el paso del tiempo solo influiría en un 40%, en la vida media de un ADN,antes de degradarse. Siendo el resto de factores: la composición del suelo, la época del año en que murió el ser vivo o la forma de almacenar el fósil una vez extraído.
Por otro lado, el primer paso para clonar a un ser vivo es tener una copia de su genoma en buenas condiciones. Es cierto que las técnicas modernas permiten obtener fracciones de ADN de restos fósiles, pero siempre fragmentos menos de 400 pares de bases, siendo lo más normal entre 150 y 100 pb. Si consideramos un genoma humano de 3200 Mb, encontramos que necesitaríamos 32 millones de piezas de 100 pb para tenerlo completo, habría que reunir un número mayor para poder ensamblar los fragmentos de forma solapante. Es por esto que recuperar un genoma completo de un dinosaurio es extremadamente complicado. Sin embargo, se puede suponer que un dinosaurio no debe ser muy diferente, genéticamente hablando, de otro vertebrado. El ser humano comparte con la vaca un 80% del genoma. Por lo que la tarea puede que no sea tan titánica como parece.
Cabe destacar que en las células no solo encontramos el ADN nuclear, sino que las mitocondrias también contienen material hereditario, del que se sabe muy poco en los grandes saurios.
Como en las novelas, nunca sabríamos si lo que se está creciendo es realmente un dinosaurio o una versión adulterada de él. Existe además un problema ético derivado de la recuperación de especies extintas. Si se ha extinguido un animal y se puede volver a crear, ¿no volverá a extinguirse por causas similares? Será el animal recuperado exacto a cómo fue o debido a la falta de conocimiento de sus condiciones vitales originales se introducirá algún cambio en el animal. Si tenemos que hacer caso al matemático Ian Malcolm de Parque Jurásico, la teoría del caos dice que algo acabará saliendo mal.