Bioética: ¿Cuántos ratones vale la vida humana?
En filosofía existe el famoso dilema de a quién salvarías antes a un desconocido o a tu propio perro de un incendio. En la actualidad se ha humanizado en gran medida a los animales. Muchos animales domésticos no son solo considerados como parte de la familia, sino como hijos. Dejando de lado las implicaciones sociales que han llevado a este punto, hay que ver que esta situación ha repercutido en cómo se hace la investigación científica. De un tiempo a esta parte, en el último siglo o así, la investigación científica a tenido una explosión de actividad. Para llevarla a cabo gran parte de la investigación se realiza con animales. Por ejemplo, en España durante 2019 se sacrificaron casi un millón de animales para uso científico. Tanto este como muchos países tienen medidas que restringen el uso de animales innecesarios. La Unión Europea tiene una de las legislaciones más estrictas a este respecto.
Una parte de los animales de laboratorio han sido empleados para estudiar el propio ciclo vital del animal, su comportamiento o su importancia ecológica. Por ejemplo, es evidente que para desarrollar medicinas para nuestros perros y gatos domésticos se emplean estos mismos animales para probar los medicamentos antes de su comercialización. Si quitamos los animales usados a ese fin queda un número sustancial de animales empleados para investigación que beneficiará al ser humano directamente, pues se dedican a estudios que luego se trasladarán a humanos en temas diversos como el cáncer, las enfermedades coronarias, alzheimer, etc.
El año 2018 se emplearon alrededor de medio millón de ratones de laboratorio en España. De estos datos se puede extrapolar el uso de animales en Europa y en países con un porcentaje de producto interior bruto similar. La gran mayoría de los animales serían sacrificados para estudiar enfermedades humanas dada su similitud genética con el hombre. La pregunta ética es si merece la pena sacrificar estos animales para salvar vidas humanas. Evidentemente los defensores de la vida animal se dividen entre los que opinan que sí y los que opinan que no. Pero se puede ir más allá, un estudio afirmaba que el 95% de estos animales sufría dolor debido al uso que se les daba. Si bien el umbral de dolor era leve para algo más de un 36% y menor del 50% tenía un dolor moderado y solo un 8% un dolor grave.
Evidentemente las instituciones científicas intentan minimizar el dolor que sienten los animales. Sin embargo, cuando se estudia cáncer o diabetes se tiene que inducir la enfermedad en el ratón para estudiarlo. No hay posibilidades de evitarle ese sufrimiento al animal. El uso de animales para estos fines disminuye el uso de humano (en los que definitivamente no sería ético causar tumores con el simple hecho de estudiarlos). Se puede argumentar que los tumores que aparecen de forma natural en los seres humanos son los que se deberían estudiar. Si bien esto sería posible, la velocidad a la que se descubrirían nuevos medicamentos y procedimientos, a la velocidad a la que comprenderíamos mejor cómo se hacen los tumores o qué los puede provocar sería infinitamente más lenta. Normalmente para los estudios en ratones se usan varias decenas de ratones con una misma afección. Esto se hace para sacar resultados significativamente aceptables. Con un individuo o dos no es suficiente para sacar conclusiones. Además, los ratones tienen la ventaja que se puede controlar el ambiente en el que crecen por lo que así se puede evitar interferencias ambientales en los resultados. A esto hay que añadir que una vez descubierto algo en ratones, no solo se beneficiarán los seres humanos ese año, sino que toda la humanidad por el resto de sus días se beneficiará de la muerte de esos animales. En ese aspecto el número de vidas humanas que se salvan podría ser incontable.
En definitiva, el uso de animales para investigación científica es necesario para salvar vidas humanas. Sin embargo, hay que llegar a un balance entre vidas humanas y muerte animal ¿Cuántas vidas de ratones vale una vida humana?