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Las células procariotas

Publicado por Javier García Calleja

El nombre “procariota” viene del griego: (pro = antes de y karion = núcleo)En su mayoría constituyen el grupo que comúnmente conocemos como “bacterias”.

La estructura de una célula procariota es muy sencilla: no presenta núcleo definido en su interior y tampoco tiene (al menos en la mayoría de los casos) compartimentos internos delimitados por membranas.

Esta aparente simplicidad no significa que las procariotas sean células inferiores a las células eucariotas: aún siendo evolutivamente mucho más antiguas y simples, han conseguido dominar la Tierra y sobrevivir durante miles de millones de años. Tal éxito proviene de una serie de ventajas:

  • Pequeño tamaño, con una muy buena relación superficie/volumen. este particular ha sido tratado en un artículo anterior: tamaño y forma de las células.
  • Su reproducción rápida
  • Tasa de mutación elevada

 

Forma de las células procariotas.

Hay tres formas básicas muy comunes en las bacterias. Una forma esférica u ovalada es un coco. Una forma alargada o cilíndrica es un bacilo. Cuando aparecen unos pliegues o dobleces en la longitud de la célula que le dan forma espiral, es un espirilo.

En algunos casos las células se mantienen juntas después de dividirse formando diferentes grupos: parejas (diplo-), cadenas (estrepto-), racimos (estafilo-), estructuras cúbicas (sarcinas) u otras formas.  Así encontramos diplococos (redondeados y por parejas) o estreptobacilos (varias bacterias alargadas, juntas como en una cadena).

Algunas bacterias se pueden reconocer fácilmente por sus formas peculiares, como las espiroquetas, con forma de sacacorchos o los vibriones, con forma de coma.

Bacteria

Grandes grupos.

Un detalle estructural nos ayuda en la clasificación de los miembros de este grupo.

En la mayoría de estas células, una pared celular rígida, permeable, rodea por fuera a la membrana plasmática, ayudando a mantener la forma de la célula y a resistir la presión interna que puede causar la entrada de agua por osmosis, con la consiguiente plasmolisis y muerte celular. En las bacterias más típicas, la pared tiene como compuesto representativo un peptidoglicano, la mureína, que se trata de un compuesto en el que cortas cadenas de péptidos se entrecruzan entre numerosas cadenas de polisacáridos.

La estructura y composición de la pared se utiliza para identificar bacterias.  Un método muy utilizado es la tinción de Gram en que se trata a las muestras con un colorante púrpura, luego con yodo, se lavan con alcohol y se añade otro colorante de contraste. De esta forma se diferencias dos grandes grupos bacterianos: Gram + (positivas) y Gram – (negativas).

La pared de las Gram positivas (+) permanece púrpura después de todo el proceso de tinción, mientras que la de las Gram negativas (-) se decolora con el lavado con alcohol, pero al teñirse con el segundo segundo colorante se quedan rosas.

Esta reacción diferencial se debe a una diferencia de composición muy importante: en las Gram +, la pared, muy ancha, está formada por numerosas capas de peptidoglicano, reforzadas por moléculas de ácido teicoico (compuesto complejo que incluye azúcares, fosfato y aminoácidos). La pared de las Gram – es más estrecha y sencilla, ya que hay una sola capa de peptidoglicano y, por fuera de ella, hay una capa que forma una membrana externa muy permeable, pues posee numerosas porinas, proteínas que forman amplios canales que permiten el paso de agua.

Fuera de la pared suele haber una capa de características pegajosas, con polisacáridos, proteínas o mezclas de ambos compuestos. Cuando tiene una estructura muy organizada y está unida firmemente a la pared se llama cápsula. Estos materiales ayudan a las bac­terias a adherirse a diferentes superficies (células, dien­tes, rocas, etc.) y las hacen más virulentas al protegerlas, a modo de coraza, del ataque de otras células. A veces son la causa de su patogenicidad.