Las mitocondrias
Las mitocondrias son uno de los orgánulos más importantes de eucariotas. Juntamente con los cloroplastos, las mitocondrias suponen uno de los primeros eventos evolutivos en el camino desde los procariotas a los eucariotas modernos. Todos los eucariotas poseen mitocondrias y estudios filogenéticos han establecido que en diversos grupos de eucariotas primitivos se formaron las primeras mitocondrias de forma independiente.
Origen evolutivo: según la Teoría endosimbionte (de la que puedes leer más aquí) tanto los cloroplastos como las mitocondrias son el resultado de una fagocitación “fallida” hace unos 1500 millones de años. En aquellos momentos no se sabe si un procariota o un eucariota primitivo fagocito a(o, según una hipótesis más reciente, fue parasitada por) una bacteria capaz de utilizar el oxígeno atmosférico. Independientemente de quien atacara a quien la cuestión es que ninguna de las dos consiguió destruir a la otra inmediatamente, cosa que pasa en la naturaleza. De esta manera se estableció una relación en la que la primitiva mitocondria utilizaba el oxígeno tóxico para el hospedador para producir energía a cambio de un flujo constante de este compuesto que en aquellos momentos empezaba a aumentar en la atmosfera debido a la presencia de bacterias fotosintéticas.
Estructura genética: la teoría endosimbionte está apoyada por pruebas genéticas y evolutivas. Las mitocondrias a pesar de ser un orgánulo eucariota tienen su propio ADN (muy similar en secuencia y funcionamiento al de algunas bacterias, de las que se cree que desciende). Puedes leer más sobre que contiene el ADN de mitocondrias aquí.
Además, es importante destacar que las mitocondrias tienen su propio sistema de replicación de ADN, transcripción y traducción, lo que las hace semi-autónomas dentro de la célula. Este sistema de replicación es similar al de las bacterias, lo que refuerza la teoría de que las mitocondrias son descendientes de bacterias que fueron englobadas por una célula eucariota primitiva.
Morfología y número: dependiendo del tipo celular una célula eucariota puede contar con un número variable de mitocondrias, entre 1 y varios cientos. Además el tamaño de las mismas puede variar considerablemente puesto que son estructuras altamente plásticas, que tienen la capacidad de fusionar sus membranas. Las mitocondrias están formadas por una doble membrana. La membrana exterior separa la mitocondria del citoplasma (supuestamente descendiente de la membrana de fagocitosis eucariota. Además esta membrana es muy permeable a los iones y tiene poros para permitir el paso de otras moléculas necesarias (azucares, ácidos grasos y proteínas) para llevar a cabo el ciclo de Krebs. La membrana interna forma pliegues (crestas mitocondriales) para aumentar su superficie. La membrana interna está formada por una gran cantidad de proteínas (alrededor del 80%). En el espacio interno de la segunda membrana es donde se encuentra el ADN mitocondrial.
Función: las mitocondrias funcionan como fábrica de energía para las células eucariotas. En ellas se forma el ATP, la molécula principal de almacenamiento de energía. En la membrana interna de la mitocondria se encuentran las ATP sintasas que realiza la fosforilación oxidativa que formará el ATP y todo el complejo de la cadena de transporte de electrones que le suministra la energía necesaria para formarlo. Puedes leer más sobre la cadena de electrones aquí o sobre la ATP sintasa aquí.
Además de la producción de ATP, las mitocondrias también juegan un papel crucial en el metabolismo de los lípidos y en la síntesis de ciertos aminoácidos. También están involucradas en la regulación del calcio celular y en la apoptosis, o muerte celular programada, un proceso vital para el desarrollo y mantenimiento de los tejidos en los organismos multicelulares.
En algunos eucariotas no encontramos mitocondrias. Estos protistas se cree que han perdido las mitocondrias para adaptarse mejor a un estilo de vida parásito intracelular.
Se han descrito algunas enfermedades relacionadas con malfuncionamientos de mitocondrias, estas enfermedades suelen ser degenerativas y propias del envejecimiento prematuro. Algunas de estas enfermedades mitocondriales incluyen el síndrome de Leigh, la neuropatía óptica hereditaria de Leber y el síndrome MELAS (encefalomiopatía mitocondrial con acidosis láctica y episodios similares a accidentes cerebrovasculares).