Biología
Inicio Anatomía humana, Fisiología Animal, Histología Órganos de la respiración

Órganos de la respiración

Publicado por Javier García Calleja

El funcionamiento de los órganos lleva consigo un consumo de energía. El crecimiento igualmente.En general, el mantenimiento de la vida requiere de energía.

En los vegetales, las raíces también necesitan energía para extraer las sales minerales del suelo; el corazón en los animales requiere potencia para impulsar la sangre a través del cuerpo; el desplazamiento supone asimismo un desgaste energético.

Por consiguiente, tanto para la formación de su propio cuerpo como para su funcionamiento, el ser vivo realiza un consumo energético, siendo los alimentos, especialmente los glúcidos, los que se encargan de sufragarlo.

La obtención de la energía contenida en estos alimentos se consigue generalmente «quemándolos», oxidándolos, es decir, combinándolos con el oxígeno, fenómeno que constituye la respiración de los seres vivos, cuyos productos de desecho son el dióxido de carbono y el agua. Este tipo de respiración se llama aerobia. Hay ciertos organismos que son capaces de liberar la energía contenida en los alimentos por otros procedimientos distintos al de su combinación con el oxígeno. Estos organismos no necesitan el oxígeno para vivir, descomponiendo los alimentos por fermentación o bien por respiración anaaerobia. Es decir, por un proceso respiratorio sin oxígeno.

Respiración en los animales.

  • En los animales inferiores no hay órganos especiales destinados a la captura del oxígeno, sino que todas las células del cuerpo lo toman directamente disuelto en el agua, a la que arrojan el gas carbónico. La falta de aparato respiratorio va acompañada de la carencia de sistema circulatorio.
  • En los Anélidos, la piel está adaptada al intercambio de gases; para ello está muy vascularizada, dando por resultado una respiración cutánea. Esta modalidad respiratoria a través de la piel es muy importante en el reino animal.
  • En un mayor grado de perfeccionamiento aparecen las branquias, las tráqueas y los pulmones.
  • Las branquias son expansiones foliáceas o filamentosas ramificadas, en cuyo interior la circulación sanguínea es muy abundante; se dan en los organismos acuáticos. En los poliquetos sedentarios, las branquias, formadas por tentáculos ramificados, están en la extremidad cefálica. En los crustáceos inferiores aparecen como apéndices laminares en continuo movimiento. En los moluscos y crustáceos superiores, las branquias se hallan protegidas por un repliege de la piel que forma una cavidad branquial. En los vertebrados de respiración branquial, como los peces, el agua entra por la boca, y, después de atravesar el tubo digestivo sale por las hendiduras branquiales, en cuyas paredes se encuentran las láminas branquiales.
  • Las tráqueas están constituidas por un sistema de tubos ramificados por todo el interior del cuerpo del animal, cuyas arborizaciones terminales se ponen en contacto con las células para realizar el intercamhio gaseoso. Hacia el exterior, las tráqueas se abren por unos orificios, los estigmas. Son propias de animales invertebrados de respiración aérea, como los insectos y arañas. La ventilación se efectúa por contracciones rítmicas de los músculos del cuerpo.
  • Los pulmones son dilataciones vesiculares de la pared de la faringe, más o menos ramificadas. Los gasterópodos pulmonados, como el caracol terrestre, tienen la cavidad paleal tan vascularizada que actúa de pulmón. Los pulmones son los órganos que han permitido a los vertebrados la conquista del medio aéreo.

Aparato respiratorio humano.

Se inicia en la nariz y en la boca, sigue en la faringe y continúa en la laringe, órgano encargado de producir la voz, y se continúa por la tráquea, que desciende delante del esófago. La tráquea se bifurca en dos bronquios, cada uno de los cuales penetra en un pulmón, extendiéndose en varias direcciones y formando el árbol bronquial. Los últimos bronquios se ramifican dando los bronquiolos, los extremos de los cuales, al hincharse como si fuesen vejigas, originan las vesículas pulmonares, cuyas paredes, arracimadas, son las que forman los alvéolos pulmonares.