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Introducción a los tejidos animales: la sangre y el tejido muscular

Publicado por Javier García Calleja

Sangre

En la sangre de los animales vertebrados, la más evolucionada de todas, se distingue un medio líquido, el plasma, en el que están incluidos unos glóbulos formados por células y compuestos de hematíes, leucocitos y plaquetas.

  • El plasma sanguíneo es una solución acuosa de varias sustancias, entre las que merecen atención las sales minerales, la glucosa y las proteínas. Las proteínas del plasma sanguíneo son el fibrinógeno, la seroalbúmina y las seroglobulinas. Al fibrinógeno, soluble en el plasma, se debe la coagulabilidad de la sangre, por trasformarse en fibrina, que es insoluble. La seroalbúmina y las seroglobulinas no coagulan espontáneamente. Entre las seroglobulinas están los anticuerpos producidos por el organismo ante las invasiones microbianas. Suero sanguíneo es el plasma sin fibrinógeno, por lo cual es incoagulable.
  • Los glóbulos rojos o hematíes son células que en el hombre y demás mamíferos (salvo los camélidos) han perdido el núcleo, tienen forma de lente bicóncava en el hombre, y su citoplasma contiene hemoglobina, pigmento que da el color rojo a la sangre. En un milímetro cúbico de sangre hay 5 millones de hematíes. Los hematíes son responsables del transporte de oxígeno a través del cuerpo, un proceso vital para la supervivencia de las células y tejidos del organismo.
  • Los glóbulos blancos o leucocitos son células con núcleo bien diferenciado y, en el hombre, mayores que los hematíes. Hay unos 7.000 por milímetro cúbico. Están dotados de movimiento ameboide y algunos realizan la fagocitosis, consistente en la captura de microorganismos o cuerpos extraños que invaden el organismo. Dentro de los glóbulos blancos se distinguen dos series: la agranular, cuyo citoplasma carece de granulaciones y presenta un núcleo redondeado, y la granular, con núcleo lobulado y citoplasma con abundantes granulaciones. Por ser exclusivos de la sangre se llaman también hemoleucocitos a los componentes de la serie granular. Los de la serie agranular se encuentran en la linfa (linfocitos), en el tejido conjuntivo y en muchos órganos del cuerpo. Los linfocitos son de pequeño tamaño (6-8 micras de diámetro) y poseen un grueso núcleo y poco citoplasma, comprendiendo un 25 % de todos los glóbulos blancos; no fagocitan. A esta serie agranular  pertenecen también los macrófagos (más de 15 micras de diámetro), los cuales son fagocitos: en la sangre son poco abundantes (3-5 % del total de glóbulos blancos), encontrándose también en el tejido conjuntivo, en el hígado y en general en todos los tejidos, aunque a veces se les identifica por diferentes nombres.

Microfotografía de algunas de las células sanguíneas

Tejido muscular.

Hay tres clases de células o fibras musculares, tanto por su aspecto como por su fisiología.

Una de ellas, de fibra lisa, está caracterizada por su forma de huso y por la posesión de un núcleo ovoide en el centro. Su citoplasma se encuentra diferenciado en gran número de fibrillas longitudinales y contráctiles, llamadas miofibrillas. La contracción de las fibras lisas es lenta e involuntaria en general, encontrándose en los órganos autónomos, como los intestinos y las arterias. Forma músculos de color rosa pálido. Estas fibras son fundamentales para el funcionamiento de muchos órganos internos, como el estómago y los vasos sanguíneos, que necesitan contraerse y relajarse de manera constante y controlada.

El tejido muscular de fibra estriada está formado por fibras larguísimas, con numerosos núcleos pegados a la membrana, y de unas fibrillas estriadas transversalmente, constando de zonas claras, llamadas bandas I, y de otras oscuras, denominadas bandas A. En el centro de la banda A hay otra de tono claro, determinada como zona H. Este tipo de tejido muscular se encuentra principalmente en los músculos que controlan el movimiento voluntario, como los de los brazos y las piernas.

Las fibras estriada cardíacas se encuentran en el músculo cardíaco, formando el miocardio, y representa la mayor parte de las paredes del corazón. Este tejido muscular es especial, ya que combina características de las fibras lisas y estriadas. Al igual que las fibras lisas, las fibras cardíacas se contraen de manera involuntaria, pero al igual que las fibras estriadas, presentan un patrón de bandas oscuras y claras.

El tejido muscular da lugar a órganos voluminosos llamados músculos. En la formación de las masas musculares entran otros tejidos, como el conjuntivo, e incluso nervios y vasos sanguíneos. Una combinación de tejidos puede colaborar a la formación de una unidad funcional superior, de morfología definida, y a la que se llama órgano. Cada músculo está diseñado para realizar una función específica, y la coordinación de todos los músculos del cuerpo permite realizar una amplia variedad de movimientos y tareas.

 

Estructura de los músculos. Las fibras musculares están unidas entre sí mediante tejido conjuntivo. Si hacemos un corte transversal en un músculo esquelético alargado, veremos que toda la superficie externa se halla recubierta por una vaina conjuntiva llamada perimisio externo, la cual, en sus extremos, forma los tendones, por medio de los que se inserta en los huesos. De esta vaina parten tabiques hacia el interior del músculo que delimitan haces musculares separados por el perimisio interno; finalmente, cada fibra muscular está envuelta por una red conjuntiva finísima. Junto con el perimisio penetran en el músculo vasos sanguíneos y nervios. Esta estructura compleja y bien organizada permite que los músculos se contraigan y relajen de manera eficiente, generando la fuerza necesaria para mover el cuerpo y realizar diversas funciones vitales.